En los diccionarios de la lengua española la palabra "marea" tiene dos acepciones. Una alude al "movimiento diario alternativo de ascenso y descenso del nivel del mar producido por la atracción del sol y de la luna (más de la luna que del sol)". Y la otra, a la acción de salir de pesca a la mar, y también a las capturas que se hacen durante ella con buenas artes. "Hubo una buena marea", dicen satisfechos los pescadores cuando las bodegas del barco que regresa a puerto vienen atestadas de peces. Los diccionarios científicos, en cambio, ya son más precisos. Por ejemplo, el de Richard P. Brennam (en una edición que presenta el exdirector de la Casa de las Ciencias de A Coruña, Ramón Núñez) nos explica que la gravitación de la luna atrae hacia ella las aguas de la cara terrestre más próxima, además de atraer también el cuerpo de la tierra que se aleja de las aguas de la cara más alejada. Por ese motivo, en todos los lugares del ancho mundo se producen dos mareas todos los días. Y dado que es posible calcular el efecto de la luna, se pueden pronosticar por anticipado las horas y alturas de las mareas correspondientes a fechas concretas y en lugares determinados. Una información muy valiosa que luego se recoge en las llamadas "tablas de marea", de consulta obligada para marinos, pescadores y bañistas. El hombre que aparece sentado confiadamente sobre unas rocas y de espaldas al mar está perfectamente enterado de todo eso (es un profesor universitario) y no tiene miedo a que una ola lo coja por sorpresa. De hecho, él es el número uno de un novedoso proyecto político que se llama Marea Atlántica. Un movimiento que pretende influir decisivamente en la vida de la ciudad, limpiarla de la corrupción política, que todavía la agobia, ordenar el caos urbanístico, y poner los servicios municipales a disposición de la gente en vez de a intereses especulativos. Una propuesta bienintencionada que habrá que comprobar si merece el favor del electorado. De cualquier manera, y sea cual fuere el resultado de las votaciones, la Marea ha sido la gran animadora de estos comicios, entre otras cosas porque ha sido el centro de atención de otras fuerzas políticas y de los medios de comunicación, incluso de los que no la observaban con simpatía. Y habrá que esperar también que ayude a transmitir a la gestión de los asuntos públicos el ritmo pausado, benéfico y previsible que imponen las mareas. Por lo demás, la fotografía no deja de tener un cierto valor simbólico En tiempos remotos, y desde un lugar de la costa próximo, un legendario rey de Escocia llevó a Irlanda una roca parecida a esa sobre la que está sentado Xulio Ferreiro en la creencia de que se trataba de la famosa "piedra del Destino" (el Destino habitaba entonces en el lugar que luego se llamó A Coruña). Andando el tiempo, la piedra fue llevada a Inglaterra y ahora está situada bajo el trono donde se sientan los monarcas ingleses durante la ceremonia de su coronación. Falta por saber de qué material está hecho el sillón de la Alcaldía coruñesa. No siempre se sienta en él quien lo merece.