Como todas las cosas importantes, las que necesitan ser anunciadas y sabidas por los vecinos, el escritor Manuel Rivas y uno de los padres de la Marea Atlántica, tocó su buguina ante la sede de la, con el 94% de los votos, lista más votada en la ciudad y los centenares de seguidores que se habían reunido en Pontejos celebraron que, por una vez, el sonido del mar trajese buenas noticias. Para el cabeza de lista de Marea Atlántica, Xulio Ferreiro, "el cambio" nace en A Coruña con la entrada de su partido en María Pita, pero se extiende más allá y se convierte en una de las "ciudades rebeldes", en una de esas gobernadas por candidaturas ciudadanas.

Ferreiro recordó que su proyecto no es un proyecto aislado, que la confluencia de partidos va más allá de A Coruña y que, ahora, integra una red de "ciudades rebeldes", como Madrid, con Manuela Carmena a la cabeza, y Barcelona, con Ada Colau, y Santiago y Ourense, que obtuvieron, al igual que la Marea, un buen resultado en las urnas.

"Estas son las ciudades rebeldes, que van a comenzar a cambiar este país y el Estado", dijo Xulio Ferreiro, golpeando con el puño en el atril y arrancando a sus votantes, una vez más, gritos de "Hai Marea", unas voces que no se apagaron en toda la noche electoral.

Antes de la cita con las urnas, Ferreiro ya había advertido de que el ascenso de la Marea nacía de "la ilusión", de las ganas de cambiar las cosas y de optar por hacer las cosas de una manera diferente. De ahí había nacido, pero su crecimiento se debía a algo más, a las personas que se interesaban por cómo quedarían las cosas si, finalmente, los vecinos les permitían poner en práctica lo que, hasta hace solo diez meses era una idea, una utopía, una ilusión.

"¿Valió la pena, a que sí?", le decía ayer una joven, que se abrazaba a otra y lloraba tras todo un día de nervios y de ver cómo las papeletas de la mesa electoral bajaban, quizá, un poquito más rápido que la montaña de las demás formaciones políticas.

"¿Compensó o no?", le volvía a preguntar la joven a su compañera y, la otra, asentía con la cabeza, sabiéndose ya ganadora, sabiendo que había conseguido estar del lado de los que ganan.