Todo comenzó en la otra punta del mundo. En Estados Unidos. El crash de 2008 demostró que las distancias en la economía no existen y dejó la primera recesión global. El instante en el que cambió todo personalizado en la mediática quiebra de Lehman Brothers, de la que el pasado 15 de septiembre se cumplieron ocho años. Las hipotecas basura acumuladas por las entidades financieras norteamericanas tras la inyección masiva de liquidez propulsada por la rebaja de tipos de la Reserva Federal y la amplia gama de productos vinculados a esos préstamos morosos repartidos por medio mundo desencadenaron un terremoto de desconfianza que cerró el sector financiero, lastrado por la burbuja del ladrillo, a cal y canto. Con todo lo que eso supuso para los propios bancos y las administraciones, relegados por las grandes agencias de control de riesgos a los puestos bajos en la calidad de su deuda, y para el bolsillo del ciudadano. El gran pagador de la crisis.

Porque la mayoría de las consecuencias de la doble recesión, desde el desplome del consumo a las crecientes desigualdades sociales, tienen su raíz en los ingresos básicos. En el deterioro sin precedentes del mercado laboral. El paro. Durante el primer trimestre de 2013, la tasa de desempleo en España rozó el 27%. El pico de la crisis. En Galicia el máximo se registró un año después, en el arranque de 2014, cuando superó el 23%. Uno de los muchos ejemplos de cómo aquí tardaron más en notarse los efectos del parón y de lo que cuesta todavía engancharse a la recuperación, a pesar de que el drama del paro mantuvo siempre un importante diferencial positivo respecto a las cifras estatales.

"Es un rasgo estructural de la economía española, de dualidad del mercado de trabajo claramente diferenciado entre las comunidades del norte frente a las del sur -explica Patricio Sánchez, profesor universitario de Economía Financiera y Contabilidad-. Sin embargo, la comparativa con las comunidades "norteñas" no nos deja tan bien parados y, de hecho, en algún trimestre reciente hemos sido la comunidad con mayor incremento de la tasa de paro". Las perspectivas ahora son "favorables". Hay una "clara mejora" en indicadores de ocupación y desempleo en los últimos cinco trimestres. "Todo indica -añade el también subdirector del grupo de investigación GEN y del Foro Económico de Galicia- que esta tendencia se va a mantener, cuando no a incrementar, a la vista de lo que se observa en el último año y medio".

La legislatura acaba en la comunidad con una visible reducción de las personas que quieren trabajar y no pueden. La tasa de desempleo en la víspera de los comicios de 2012 se situaba en el 20%. El pasado mes de junio, en el 17,7%, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). Galicia tenía antes de empezar el verano 222.900 parados, a la espera de conocer el balance del actual trimestre, donde evidentemente influye la campaña estival. Los que están inscritos en las oficinas públicas de Emprego alcanzaban los 193.045 en agosto. La Xunta prevé que la tasa de desempleo se sitúe este 2016 en el 17,4% y en el 15,6% el próximo 2017. Sigue la recuperación de la actividad y la pérdida de población que, como el Gobierno gallego reconoce en sus presupuestos, explica una parte de la bajada del desempleo.

"Sin lugar a dudas, esta cuestión, la de la población activa, es la más difícil de contestar al estar motivada por varias razones, en algunos casos contrapuestas", subraya Patricio Sánchez. Esta "llamémosle distorsión" condiciona todos los análisis que se puedan realizar del mercado laboral "puesto que no debemos olvidar que los principales indicadores (tasa de paro, etc.), utilizan esta magnitud". "La población activa en Galicia lleva trimestres a la baja. Los últimos datos oficiales marcan un descenso de más del 1% respecto al trimestre anterior. Y además estos descensos son más pronunciados en las franjas de edad de los más jóvenes -continúa este profesor universitario-. ¿Qué origina esta tendencia? Pues como señalaba antes, tienen que confluir varios factores que van desde la dinámica demográfica hasta, también, el proceso migratorio de la población".

Lo que pesa cada una de las variables es complicado saberlo. "Los datos no nos permiten estimarlo de manera certera, si bien sabemos que las dos están presentes", apunta Sánchez.

De hecho, en estos cuatro años, la tasa de actividad disminuyó en Galicia del 55,1% al 53,5%. ¿Qué significa esto? Es la proporción de residentes de más de 16 años que están en disposición de trabajar. La caída, por lo tanto, refleja la pérdida de mano de obra en la comunidad. Por encima de las 62.000 personas estos cuatro años, hasta un total de 1,256 millones de activos. Si hay menos personas para desempeñar un puesto, la probabilidad de que caiga el paro es mayor: su cálculo compara el número de personas que aguardan una oportunidad con los considerados activos. Eso ayuda a entender que en Galicia se atenúe dos puntos el desempleo desde 2012..., aunque hay menos ocupados que entonces. Concretamente, 1,034 millones, unos 21.800 por debajo del comienzo de la legislatura.

La mejora no se nota por igual en todas las edades. En los trabajadores de 30 a 34 el descenso es notable, de casi cinco puntos, con una tasa de desempleo en estos momentos del 18,6%. Sin embargo, el paro aumenta en los de 16 a 19 años (del 52,3% al 63,9%); sigue en niveles parecidísimos en los de 25 a 29 años (del 28% al 27,6%); y rebota también en los de 45 a 49 años (del 14,7% al 15,1%) y los comprendidos entre los 55 y los 59 años (del 14% al 14,7%).

Parte de los jóvenes y mayores integra el grupo de los parados de larga duración, más de un año a la espera. Otro de los colectivos con peores datos ahora que en septiembre de 2012. Eran el 9% de la población activa. Hoy, el 9,4%.

"En esta evolución positiva del mercado laboral, un aspecto novedoso, y que irrumpe con fuerza, es la temporalidad", apunta Sánchez, "convencido" de que se va a convertir "en un rasgo estructural del mercado laboral". "La temporalidad va a ser la puerta de entrada a los nuevos puestos de trabajo y el auténtico reto, que aún está por ver cómo evoluciona, es en qué medida los contratos temporales se convierten en estables", señala. O, por lo menos, "temporales de larga duración". "Perdón por esta terminología que todavía no existe -dice-, pero puede ser que no tarde en aparecer".

El pasado 2015 se firmaron 877.834 contratos en Galicia tras un incremento anual del 11,6% y del 1,5% en comparación con el máximo de 2007, aún en plena bonanza. Nunca antes en la comunidad se llegó a estas cifras. Pero solo el 4,6% fue indefinido desde el primer momento y un 2,7% conversiones en fijos de empleados que hasta ese momento no lo eran. El tipo de contrato más ofertado fue el de eventual por circunstancias de la producción (43,2%), seguido del de obra y servicio (34,7%). Los interinos sumaron un 10,5%.

La temporalidad es motivo de discusión entre los partidos en la batalla del 25-S. ¿Es cierto que están aumentando los contratos indefinidos en este ejercicio? Sí. Entre enero y agosto, según los datos facilitados por la Consellería de Traballo al Instituto Galego de Estatística (IGE), alcanzan los 29.711, un 5% más que en los mismos meses de 2015. ¿Y los temporales? También. Van 584.333, lo que supone un alza del 7,3%. El incremento es el doble, del 14%, en los eventuales que duran menos de una semana: 201.800 hasta agosto, que son tres de cada diez del total de contratos en la comunidad.

El repunte del empleo redunda, evidentemente, en la afiliación a la Seguridad Social. Un total de 979.105 trabajadores en alta en agosto. Son un 1,6% por encima del mismo mes de 2015 y un 3,5% más que en el arranque de la legislatura, cuando estaban inscritos 946.229. El avance no es suficiente para equilibrar la caja de la Seguridad Social en la comunidad. La caída en los ingresos por las retenciones desde 2013 alcanza los 1.200 millones de euros pese al crecimiento de la ocupación. A mayor temporalidad y mayor contención salarial, menor recaudación en cotizaciones y menor capacidad para pagar las pensiones, de las que la aportación de los trabajadores en Galicia apenas cubre el 65%.

Entre 2008 y 2014, el recorte de los sueldos y el aumento del desempleo metieron un recorte de 3.000 millones en la partida de las empresas y las administraciones para pagar a sus plantillas. Una evolución que confirma la estadística de las declaraciones del IRPF. En la campaña del pasado año, con los ingresos de 2014, la retribución media en Galicia se situó en 16.622 euros al año. Tan solo un 0,3% más que el ejercicio anterior. En el alza hay que tener en cuenta la influencia de los tramos salariales altos: aquellos que se embolsan más de 150.000 euros subieron un 5%. Mientras, el 46,5% de los contribuyentes gana menos de 1.000 euros al mes. Una cifra sin precedentes.

"Sobre la contención salarial, hay que hacer una diferenciación sectorial. Existen sectores donde es necesario, yo diría incluso que imprescindible -argumenta Patricio Sánchez-, frente a otros, los de mayor valor añadido y especialización, donde se debería apostar por una mejora salarial".

El colchón de las pensiones y las medidas de respaldo habilitadas desde la Xunta -los demandantes de la Renta de Integración Social en 2015 alcanzaron los 11.087, casi 500 más que en 2014- frenaron las garras de la desigualdad social alimentada por la crisis. Cáritas estima que el riesgo de pobreza en la comunidad afecta al 28% de la población, con un disparado aumento del 144% desde 2009 de las familias sin ningún recurso. La recuperación podría difuminar el debate sobre la urgencia de rescate al colectivo, pero desde la Rede Galega contra a Pobreza (EAPN Galicia) recuerdan que esta vez hay "una diferencia" que no permitirá esconder la realidad. "Por primera vez existe la percepción de que nuestros hijos y nuestros nietos van a vivir peor. Eso es una garantía de que hay que afrontar el problema porque, de lo contrario, no tiene sentido hablar de revitalización demográfica o crecimiento económico", advierte Xosé Cuns, director del organismo.

Ya ocurrió en las elecciones municipales. Pobreza y exclusión fueron "asunto de debate" especialmente en las grandes ciudades, "lo que motivó los cambios de gobierno en ellas y todas las iniciativas de carácter social de la Xunta en este año y medio". Galicia presume de rebajar la pobreza severa, pero también es verdad que la relativa sigue en aumento. "Familias que viven con menos de 600 euros al mes, el empobrecimiento de la clase media, a las que les cuesta mucho pagar el alquiler y tienen sus ahorros agotados", describe Cuns. La temida figura del "trabajador pobre".

Antes ya del inicio de la campaña, la Rede lanzó una fuerte campaña -titulada As persoas primeiro- para que los partidos no dejaran de lado a los que precisamente más les necesitan. Para combatir "el fracaso del sistema de servicios sociales en el conjunto del Estado" y ayudar a los 700.000 gallegos en riesgo de pobreza o exclusión social. La EAPN reclama una implantación "exhaustiva" de la Risga que, entre otras mejoras, incorpore una simplificación administrativa -la demora ronda los seis meses-, un programa de alquileres público, eliminar "el limbo de la dependencia" y "una estrategia de formación e inclusión laboral". "Vemos que el debate electoral toca estos temas, pero no tanto como nos gustaría", critica Xosé Cuns, que alaba la buena disposición de la mayoría de los partidos a reunirse con ellos y la sensación de que les han quedado claro "las cuatro C" que resumen sus reivindicaciones: contra las causas de la pobreza, compromiso en los presupuestos, diálogo civil y coordinación "política y técnica" entre las administraciones. "Que el gobierno que salga el domingo no se ponga a intentar cosas nuevas -reclama-, sino que todas las administraciones vayan de la mano".

Haz click para ampliar el gráfico