La nueva política encierra una paradoja: el regreso al viejo sentido de las palabras. Luís Villares lo demostró ayer en el cierre de campaña de En Marea, en el que apeló a valores como la honestidad frente a la corrupción del PP, pero que resumió en un lema conmovedor de tan sencillo. "Tenemos derecho a ser felices", exhortó en un vibrante discurso en el que apeló a la emoción, a lemas como "o povo é quem mais ordena" de la revolución de los claveles para reiterar el mensaje de la recta final de la campaña. Es el ellos -el PP- o nosotros -En Marea-. "¿Queréis recortes? ¿Queréis corrupción? ¿Queréis narcos en yates? ¿Queréis a Feijóo?", preguntó a las bases que llenaron la compostelana plaza de Praterías. "No", respondieron a cada cuestión. "Tenemos derecho a ser felices", exhortó a los suyos.

La movilización ha constituido el reto principal de la formación, además de mostrar a Villares como un candidato no tutelado ni por Xosé Manuel Beiras ni por los alcaldes del cambio.

Ayer, los regidores de A Coruña, Santiago y Ferrol y el veterano dirigente acompañaron al juez en excedencia en el segundo encuentro de los cuatro. También participaron Antón Sánchez y Carmen Santos , números 1 por A Coruña y Pontevedra, Yolanda Díaz, Paula Verao y David Rodríguez.

"Desta vai" ha sido lema en los últimos días de la confluencia; es su oportunidad tras el proceso de mestizaje abierto en 2012 por Beiras al derribar fronteras entre nacionalismo y comunismo federalista. Todo ello ha derivado en un nuevo partido que se ha fijado como meta mínima superar al PSdeG como hizo el BNG en 1993 con 18 escaños. Ser tercera fuerza sería una desilusión. Pero Villares transmitió ayer fe en su objetivo de conquistar la Xunta y acabar con la "era Feijóo que tiñó de negrura y corrupción Galicia". "Nadie nos puede parar porque somos demasiados", arengó al pedir el voto a las víctimas de la crisis y los recortes. "Galicia será el principio", insistió sobre la condición vanguardista del 25-S, cuando marcará camino a la "Europa social".

También aprovechó para vincular a Feijóo con el PP y sus "pecados capitales". "Aznar y sus guerras son la ira; Rajoy y el plasma, la pereza; Bárcenas y sus millones en Suiza, la avaricia; Marcial [Dorado] insaciable con la nieve, la gula; Rita Barberá y sus bolsos de precio más caro, la envidia; Baltar, obviamente la lujuria. El séptimo pecado capital es la soberbia de Feijóo por no haber escuchado al pueblo que sufría", enumeró.

Los alcaldes del cambio coincidieron en una palabra: primavera. En la necesidad de dar continuidad a las municipales de 2015 que sacudieron el tablero político más allá de tomar las tres urbes coruñesas. "En Marea está aquí para quedarse", dijo el ferrolano Jorge Suárez. "Es la síntesis de los combates gallegos", sostuvo Beiras, desde las Irmandades da Fala a Nunca Máis.

Por su parte, Santos fue quien más incidió en la necesidad del boca a boca -"llevad a toda vuestra gente a votar", pidió- y Sánchez dejo el momentazo cuando regaló a Villares tomates negros de Santiago tras leer que había descuidado su huerta. "Son auténticos y diferentes", comparó con En Marea.

La formación aspira a conocer el espacio conquistado gracias a "si no palabras nuevas, al menos un nuevo ordenamiento de las palabras" que consideraba Albert Camus necesario para el tiempo abierto tras la Segunda Guerra Mundial. Tras la crisis, Villares cree imprescindible compromiso y otras políticas porque, como decía su citado Stéphane Hessel en ¡Indignaos!: "la indiferencia: la peor de las actitudes".