La marca Feijóo pulverizó las previsiones y se alzó con su tercera victoria en la carrera electoral a la Xunta. Galicia se convierte así en la única comunidad gobernada con mayoría absoluta en toda España. Toda una hazaña para los populares gallegos, máxime cuando en la escena estatal el bloqueo es tal que ya se piensa en unas terceras elecciones generales. Ni los recortes del Gobierno de Rajoy en los peores años de la crisis económica, los casos de corrupción que salpicaron a su partido, las tres citas electorales convocadas en apenas diez meses y la amenaza de repetir generales en diciembre han pasado factura a Feijóo. Todo lo contrario. En pleno declive del bipartidismo en España, el candidato popular a la reelección logró consolidar su liderazgo en los comicios del 25-S con un total de 41 escaños -el mismo número de diputados que cosechó en las autonómicas de 2012 y tres más de los que les daban los sondeos- y un porcentaje de votos de casi el 47,6%, dos puntos más que hace cuatro años. Más de 675.000 gallegos votaron ayer al PP gallego, unos 21.000 más que en los anteriores comicios. En 305 de los 314 ayuntamientos gallegos, los populares fueron los más votados.

Socialistas y En Marea se disputaban el liderazgo de la oposición. Aunque finalmente no se produjo el sorpasso, el PSdeG perdió batalla frente al empuje del partido instrumental nacido este verano fruto de la unión de las mareas locales, Anova, Esquerda Unida y Podemos. Pese a empatar en escaños con los socialistas -un total de 14-, las llamadas fuerzas del cambio, capitaneadas por el juez en excedencia Luís Villares, sumaron más votos que el candidato del PSdeG, Xoaquín Fernández Leiceaga, que en su estreno en la carrera a Monte Pío pierde cuatro diputados respecto a hace cuatro años. En Marea, que mejora en cinco escaños los resultados obtenidos por AGE en las elecciones gallegas de hace cuatro años, irrumpirá en el Parlamento gallego con un apoyo superior al 19% y más de 271.000 apoyos, un punto más que los socialistas y una ventaja de casi 17.000 papeletas.

El 25-S no hace más que confirmar que el barco del PSdeG sigue a la deriva. Para los socialistas gallegos, los resultados logrados en las elecciones de ayer son los peores de su historia. El suelo estaba en los 15 diputados que obtuvieron en 1997, cuando fueron en coalición con Esquerda Unida. Pero el PSdeG se queda ahora con 14 asientos en O Hórreo, cuatro escaños menos que en las autonómicas de 2012. Son varios los factores que explican el retroceso de los socialistas en la comunidad: ocho años en la oposición sin un proyecto definido y sin liderazgo claro a lo que se suma la elección en primarias hace apenas cuatro meses de un candidato desconocido, avalado por la mitad de la militancia, y las discrepancias internas que saltaban un día sí y otro también, las últimas a raíz de la confección de las listas electorales.

El BNG, que en estos comicios debutó con Ana Pontón como cabeza de cartel, repite como la fuerza con menos representación parlamentaria. De ser la segunda fuerza de la Cámara gallega en 1995, se queda rezagada al último puesto. La división interna de la formación frentista, que derivó en nuevos abandonos y la debacle electoral en generales, unos comicios en los que por primera vez se quedó sin escaño en las Cortes, ha colocado a los nacionalistas gallegos en una caída imparable que culminó ayer con el peor resultado de su historia: seis diputados, uno menos que hace cuatro años y 28.000 sufragios menos. Sin embargo, las encuestas pintaban tan mal -pronosticaban su desaparición en Ourense y Lugo y tan solo le daban representación por A Coruña y Pontevedra- que anoche en la sede de la formación nacionalista respiraban con cierto alivio. Si en las pasadas generales, el BNG no llegó al 3% de los votos, ayer superó el 8%. El efecto Pontón surtió efecto el 25-S, una campaña en la que la candidata despuntó, especialmente en el debate de la TVG.

Pese a que por primera vez el PP tenía en estas elecciones un rival que entraba directamente en su caladero de voto, Ciudadanos no logró finalmente representación parlamentaria. Los casi 134.000 votos que logró Albert Rivera en las generales del 26-J se han reducido a poco más de 48.000 papeletas en los comicios gallegos, y menos del 3% de los sufragios totales. C's apostó por una candidata desconocida, Cristina Losada, y carecía de estructura organizativa en Galicia. Basó su campaña en su líder estatal, y no fue suficiente. Admitió desde el principio que apuntalaría a Feijóo si éste perdía la mayoría absoluta, y la sociedad gallega decidió que el actual presidente de la Xunta no necesitaba ser "controlado", como quería Rivera.

Lectura nacional

Más allá del análisis estrictamente autonómico, la victoria del PP tiene una lectura en clave nacional. El número 38 era clave. Ese diputado es el que marca el umbral de la mayoría absoluta, y al llegar a él, Feijóo, que se convierte en uno de los barones mejor colocados en el PP, da un balón de oxígeno a Rajoy para intentar ser presidente sin llegar a unas terceras elecciones.

Aunque los resultados del 25-S no son determinantes para resolver la situación de bloqueo político que impide investir presidente y formar gobierno en España, han servido para medir las fuerzas de los principales líderes nacionales. Rajoy sale airoso de esta cita con las urnas tras la conquista de la tercera mayoría absoluta por parte de Feijóo; una victoria que le ayuda a reforzar la legitimidad que reivindica tras los comicios del 26-J para formar gobierno.

Por el contrario, la crisis interna del PSOE se agrava y pone a Pedro Sánchez contra las cuerdas ya que, aunque no se produjo el sorpasso, las fuerzas del cambio, bajo la marca En Marea, adelantaron en votos a los socialistas. La caída del PSdeG debilita así la pretensión de Sánchez de que el comité federal de su partido le permita intentar una alternativa de Gobierno.

El triunfo de Feijóo en estas elecciones viene legitimado por la participación. Pese a que se temía que la abstención en estos comicios fuese elevada por tratarse ya de la tercera cita con las urnas en tan solo diez menes, finalmente más del 63% de los gallegos convocados a estos comicios, sin contar el voto emigrante pendiente del recuento, acudieron a la cita con las urnas.

El PP venció en todas las provincias de Galicia y En Marea se situó como segunda fuerza en las circunscripciones de A Coruña y Pontevedra. Las provincias del interior han sido mayoritariamente afines a los populares. Allí, el partido de Feijóo ha sido el primero, pese a haber perdido un representante en Lugo, donde obtuvo 8 escaños, seguido del PSdeG con 3, de En Marea con 2 y del BNG con 1.

En Ourense, el PP se afianza como primera fuerza, con 9 diputados (uno más que en 2012), seguido por PSdeG, con dos; En Marea con otros dos; y el BNG con uno.

En A Coruña, el PP mantiene sus escaños, y En Marea logra 5 representantes, los mismos que los socialistas, pero con más votos; y el BNG se queda con 2. En Pontevedra, donde tampoco hay cambios en el número de escaños del PP, En Marea también logra, con 5 diputados, el sorpasso al PSdeG, que baja de 5 a 4; y el BNG pierde a un representante, y se queda con 2.

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