El local de Marea Atlántica sirvió ayer de cuartel general para que los apoderados de En Marea entregasen sus credenciales, para que se sentasen a ver los resultados por la TVG y para intercambiar impresiones. La ciudad se quedó ayer huérfana de candidatos. Antes de que diesen las nueve de la noche y con algunas de las urnas todavía rebosando votos sin abrir, el cabeza de lista por A Coruña, Antón Sánchez, agradeció "el trabajo" a todos los que habían puesto su granito de arena para "llevar el mensaje de cambio" a todos los rincones de Galicia.

Con la prudencia que les enseñaron las elecciones generales, cuando las encuestas ponían a Unidos Podemos por delante del PSOE y las urnas negaron esa posibilidad, Sánchez repitió que el objetivo era "derrotar al PP y abrir un tiempo de cambio en Galicia", pero que no echarían las campanas al vuelo hasta que el escrutinio estuviese bastante avanzado.

No fue posible. Esta vez hubo sorpasso, pero no fue suficiente con pasar de la tercera posición a la segunda. "La sensación es de satisfacción. Es una buena noticia para un partido creado hace un mes y medio", explicaba ayer, ya desde Santiago, la número dos de la lista de En Marea, Luca Chao. Sobre las razones de por qué la opción de En Marea no consiguió comer más terreno electoral a otras formaciones ni movilizar a una parte de los votantes que ayer, una vez más, se quedaron en casa, Chao explicó que En Marea "no fue capaz de mandar el mensaje" que la formación quería lanzar, que no caló lo suficiente y no pudo contrarrestar la "campaña de baja intensidad" de estas elecciones. "A veces parecía que no estábamos ni en campaña", comentó Chao, que reconoció que, sin embargo, esa estrategia había beneficiado al candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, a obtener su tercera mayoría absoluta, ya que se había "conseguido distanciar de la corrupción".

Por la sede de Marea Atlántica se pasaron también el alcalde, Xulio Ferreiro, implicado en la campaña electoral -participó en los mítines junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y en el del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en sus visitas a A Coruña para arropar al candidato Luís Villares-; así como la concejal de Igualdade e Diversidade, Rocío Fraga, que se quedó hasta el final, con la edil de Hacienda, Eugenia Vieito, o el responsable de Rexeneración Urbana e Dereito á Vivenda, Xiao Varela.

En la puerta, antes de que se hubiese roto la frontera del 70% escrutado, dos mujeres debatían sobre los resultados. "¿Cómo puede ser?", se decían una a la otra, recordándose los familiares que se habían tenido que ir al "País Vasco y Barcelona" en busca de un futuro que su tierra les había negado.

"Al final, tenemos lo que nos merecemos", concluían su charla, ambas desconcertadas porque, si bien se esperaban que los votos no fuesen suficientes para ganar, sí creían en que podía ser posible un Gobierno de coalición. No contaban, ni en la peor de sus previsiones, con una mayoría absoluta, otra más, de Feijóo.

Con el avance del escrutinio la sede se fue quedando más vacía y con menos música, menos llena de vida que cuando algunos de los apoderados entregaban sus carpetas con los resultados de sus mesas, esperanzados, creyendo que la balanza caería de su lado.