El PNV confirmó en los comicios autonómicos vascos convocados también ayer los augurios de las encuestas. Los nacionalistas del lehendakari Iñigo Urkullu revalidaron con comodidad su condición de primera fuerza política -de hecho lo fueron en las tres circunscripciones-, aunque con sus 29 escaños quedaron lejos de los 38 que marcan la mayoría absoluta. Con el 100% del voto escrutado, se hicieron con casi 400.000 votos, que representan el 37,65% del total.

Para mayor satisfacción de los de Urkullu, los socialistas del PSE, sus socios en las tres diputaciones forales, se hundieron pero lograron contener el zarpazo de Podemos en unos límites que deberían permitirle al PNV una cómoda investidura, incluso con mayoría absoluta. Los socialistas lograron nueve escaños, cuando tenían dieciséis.

En todo caso, el sistema de elección de presidente en el País Vasco difiere del español y, en segunda vuelta, es suficiente con ser el candidato más votado para ser investido lehendakari. De modo que Urkullu podría sacarla adelante a solas, ya que un eventual candidato común de Bildu y Podemos solo reuniría 28.

Además, los peneuvistas, que ganaron dos escaños respecto a las elecciones de 2012, se impusieron sin paliativos a la otra gran fuerza nacionalista, los independentistas de izquierda de EH Bildu. Los abertzales acusaron, al igual que el PSE, la competencia de Podemos y, con el respaldo de algo más del 21% del electorado, vieron reducirse a 17 los 21 diputados con los que contaban en la legislatura saliente.

No obstante, gracias a su magnífico comportamiento en Guipúzcoa, donde pisaron los talones al PNV (nueve escaños a ocho), consiguieron distanciar seriamente a los morados. Un resultado al que no habrá sido del todo ajena la polémica sobre la exclusión de Arnaldo Otegi de sus listas.

La formación de Pablo Iglesias había obtenido en las circunscripciones vascas unos magníficos resultados en las dos últimas elecciones generales, imponiéndose incluso al PNV. El 20 de diciembre de 2015 fueron la segunda fuerza en escaños, tras los de Urkullu, pero la primera en votos, mientras que el pasado 26-J consiguieron al fin el ansiado doblete de actas y papeletas.

Sin embargo, muchos electores cambian el sentido de su voto en los comicios autonómicos. En los de ayer, Podemos quedó confinado en la tercera plaza, con once escaños y algo menos del 15% de los votos. Seis escaños por debajo de los abertzales de izquierda y a casi 6,5 puntos. Tampoco en Euskadi la formación morada ha podido consumar un "sorpasso" que elección tras elección y rival a rival se le sigue resistiendo.

Los populares, que ceden uno de los diez escaños que tenían, quedan igualados a nueve diputados con los socialistas y confirman que Álava, donde cosecharon cinco actas, sigue constituyendo su gran bastión, ya que allí son la segunda fuerza política. Empatan a diputados con EH Bildu y la superan ligeramente en votos.

En todo caso, los buenos resultados alcanzados por el PNV y la contención parcial de la sangría del PSE desvanecen en principio cualquier ilusión de resultarles necesarios al PNV para la investidura de Urkullu. Y con esa ilusión se disipa también la muy remota posibilidad de que faciliten con una abstención una eventual investidura de Mariano Rajoy.

Por su parte, Ciudadanos no logró heredar el escaño que la UPyD de Rosa Díez había conseguido en 2012 pese a recoger una cosecha muy comparable: algo más de 20.000 votos, equivalentes al 2% de los emitidos.

Por territorios, Vizcaya sigue siendo el feudo indiscutido del PNV, que se hace con doce de sus 25 escaños, dejando cuatro para EH Bildu, otros tantos para Podemos, tres para los socialistas y dos para los populares. El protagonismo en Guipúzcoa se reparte entre PNV (9 escaños) y Bildu (8), dejando los otros ocho para Podemos (3), PSE (3) y PP (2). Por último en Álava, donde el PNV se llevó 8 escaños y el PP y EH Bildu los cinco citados cada uno, los siete restantes se los reparten Podemos (4) y el PSE (3).

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