Con la mirada puesta casi sin descanso en el porcentaje de los escrutinios de la televisión o de las pantallas de los teléfonos móviles y la esperanza encomendada a arañar puñados de votos en cada actualización del recuento, el PSOE coruñés encajó la jornada electoral entre la apatía y la resignación. En voz baja, sin enfatizar la pérdida de apoyos del partido socialista en el país, la comunidad y la ciudad, y sin celebrar con elocuencia el mantenimiento de diputados en Galicia y en A Coruña, seis y dos respectivamente.

Javier Losada, senador hasta ahora y candidato a repetir asiento en la Cámara Alta, ejemplificó las pocas ganas de hablar de los socialistas al resistirse a ofrecer, a petición de los fotógrafos, un posado felicitando al nuevo diputado socialista, Ricardo García Mira. Salvado por una oportuna llamada telefónica, se alejó de la Casa del Pueblo, pasito a pasito, hasta dar la vuelta en la esquina y perderse.

El exalcalde siguió durante casi dos horas la evolución de las elecciones charlando con amigos y conocidos del partido, comparando los actuales resultados con los de hace cuatro años, cabeceando con disgusto contenido y suspirando; asumiendo, al fin y al cabo, que su estancia en el Senado, donde tuvo una última legislatura muy activa plagada de preguntas, se ha acabado. El recuento final así lo confirmó.

García Mira fue el único en poner voz a la reacción del PSOE a los resultados del 20 de diciembre. En la foto -para la que sí se ofreció a posar- se abrazó a sus allegados y colaboradores, a militantes como Moisés Rey, Manuel Regueiro o Javier Ramírez. "Es un orgullo formar parte del proyecto común del PSOE. Estas elecciones han dejado ver que es posible una alternativa al Gobierno del PP liderada por Pedro Sánchez, una mayoría plural dispuesta a dialogar", comentó poco después de que Sánchez se dirigiese a la militancia en la sede de Madrid.

Con el chip político en marcha, el diputado coruñés, número dos en la candidatura por detrás de Pilar Cancela, evitó valorar la pérdida de votos de su partido con respecto a 2011 y atribuyó al PSOE, sin profundizar, la capacidad de hacer "autocrítica". "Todo resultado hay que valorarlo. Hemos recogido el mensaje de los votos obtenidos, que nos da la oportunidad de dar respuesta".

Tras veinte años de carrera en la Administración y otros veinte en la Universidad como profesor, Ricardo García Mira abrirá una etapa en el Congreso de los Diputados en la que proclama que, personalmente, se le presenta la oportunidad de unirse a "un importante reto de modernidad frente a unas nuevas circunstancias que requieren experiencia".

Pocos cargos socialistas se dejaron ver por la Casa del Pueblo en Zalaeta cuando a partir de las nueve de la noche empezaron a contarse los votos. Julio Sacristán, alcalde de Culleredo, se pasó a primera hora para sentarse ante el televisor antes de volver a su concello. La edil Silvia Longueira siguió gran parte del escrutinio con atención, así como la exconcejala Obdulia Taboadela. Poco a poco iban llegando militantes desde las mesas electorales, algunos de ellos con anécdotas sobre las confusiones de los votantes para cubrir las papeletas o los errores cometidos al entregarlas. También poco a poco se iban marchando.

"¿Aún podemos ganar escaños?", preguntaba un militante ante una tele con más del 70% de votos contados. "¿Con quién nos conviene pactar?", quería saber otro. En los corrillos, no muy numerosos, flotaba un ambiente de extraño conformismo, como queriendo recrearse más en el dolor ajeno que en el propio. Decían unos que la pérdida de votos de los socialistas "no es buena", pero que tampoco "es tan mala" comparada con la de los populares. "Eso sí que es un desastre", sentenció alguien como si diera un golpe en la mesa. "La izquierda seguimos siendo nosotros", proclamaba con orgullo otro joven militante con el recuento de votos en la mano y para querer marcar diferencias con el auge evidente de Podemos.