Por mucho que se insista, y cierto es, en eso de que cada cita electoral es diferente, que muchos ciudadanos varían su decisión en función de lo que tienen que escoger en cada momento, parece imposible no ver los resultados del 26-J en Galicia sin el prisma de los inmediatos comicios autonómicos. Primero por esa cercanía, en otoño; y segundo, porque los propios protagonistas se encargaron de vender lo que ocurriera ayer como un ensayo para el futuro reparto del Parlamento autonómico.

Una carrera en la que el presidente de la Xunta y candidato de los populares, Alberto Núñez Feijóo, exhibirá la fortaleza de repetir como la primera fuerza, con incluso más distancia de la que consiguió en diciembre. El PPdeG recupera dos de los cinco diputados perdidos hace seis meses y sentará en el Congreso a doce representantes. Los socialistas estaban obsesionados con al menos calcar los números del 20-D para salvar los muebles. Y lo consiguieron, con seis escaños. La gran perdedora de la noche electoral en Galicia es, sin duda, En Marea. La coalición tampoco logró aquí el famoso, y fallido, sorpasso -algo que sí había logrado en diciembre-, tras dejarse uno de los seis diputados alcanzados entonces y, además, caer a la tercera posición. Lejísimos de sus aspiraciones.

No es el mejor resultado en la historia del Partido Popular en Galicia en unas elecciones generales -en 2000, en la mayoría absoluta de José María Aznar, la formación sumó en la comunidad 16 escaños-, pero la suya es una demostración evidente de fortaleza. Después del considerable batacazo cosechado en diciembre, un tercio de los votos y cinco diputados, el PP remonta en la comunidad algo más de cuatro puntos en los apoyos, hasta superar de nuevo el 40%. Concretamente, un 41,5% El ascenso roza los seis puntos en la provincia de Ourense, con más de la mitad de las papeletas depositadas allí y uno de los escaños ganados. El otro que gana está en A Coruña, a costa de quitarle a Ciudadanos el único representante con el que contaba en la comunidad. Los de Albert Rivera desaparecen de momento del panorama político gallego, sin nada a lo que agarrarse para impulsar una candidatura a las autonómicas.

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La alianza de Podemos e IU tenía como precedente la plataforma creada junto a Anova en la comunidad en diciembre. El estreno fue brillante. Segunda fuerza en votos y seis escaños. En Marea se enfrentaba esta vez a las urnas con un año a las espaldas en la gestión municipal en importantes concellos -A Coruña, Ferrol y Santiago, además de ser llave de gobierno en otras localidades- y se quedan sin un 3% de los votos y un escaño menos.

Lo que le vale al PSdeG para resistir. Para quedarse, por muy poco, eso sí -apenas una décima- como la segunda fuerza política de Galicia con el mismo número de representantes, seis. "Ganaremos a las encuestas", aseguraba Pilar Cancela, responsable de la gestora que se encarga de la tutela del partido, en línea con el mensaje al que se aferraron durante toda la campaña.

El Bloque admitía la evidencia. Los "malos resultados", en palabras de su portavoz nacional, Ana Pontón. La formación perdió prácticamente un 40% de los respaldos en diciembre hasta dejarlos en únicamente un 2,9% del total.