►PP gallego. En el PP gallego ya han puesto a enfriar el champán que quieren descorchar a raudales en octubre. Aunque la euforia es contenida de puertas hacia fuera, la remontada del 26-J le da alas para que Feijóo se convierta a finales de año en el único dirigente autonómico en España con mayoría absoluta. Acaricia un tercer mandato en San Caetano. ¿Por qué ese optimismo, aunque la extrapolación de los resultados del domingo no blinda todavía la mayoría absoluta y necesitaría a Ciudadanos para retener el poder? Primero, porque el PP gallego fue desde diciembre la única fuerza que creció en votos, un 5,6% más, y en escaños, dos más, mientras sus rivales pierden posiciones. Segundo, porque captó el 41,49% de las papeletas, 4,3 puntos más que en diciembre, y se acerca al 45,7% de votos que logró en las elecciones autonómicas de 2012. Entonces con casi 654.000 papeletas obtenía 41 escaños y Feijóo reforzaba su mayoría absoluta. El domingo quedó a casi 17.500 papeletas de las que sumó en los comicios de octubre de hace cuatro años. Tercero, porque logró recuperar voto que le había robado Ciudadanos y debilitar al único oponente, con que comparte espectro ideológico, de cara a los comicios autonómicos. Caló el mensaje del voto útil y el llamamiento a reconcentrar los apoyos de centro derecha, y el partido naranja se quedó sin el único escaño que tenía, el de A Coruña. La fuerza de Albert Rivera encara las próximas elecciones en Galicia a la baja, y eso es lo que quería el PP gallego. Y cuarto, porque los populares vuelven a tener a una oposición que no logra hincarle el diente, y se limita a cambiar de silla (la segunda y tercera plaza) sin acercarse al trono del ganador. Feijóo, que ahora debe concretar la fecha de los comicios y decidir si apura los plazos o convoca cuanto antes aprovechando que el aire sopla a su favor, parte con ventaja, con Mariano Rajoy seguramente de nuevo en Moncloa y una oposición que debe hacer autocrítica para averiguar qué ha hecho mal para que el partido que aplicó los recortes impuestos por la crisis refuerce sus apoyos, mientras ellos pierden fuelle.

►País Vasco. Este año habrá elecciones en Galicia, pero también en el vecino País Vasco, pero qué situación tan diferente afrontan Feijóo y el lehendakari Iñigo Urkullu. Para el primero, el 26-J es un empujón que insufla ánimos a su militancia para dar la batalla final por la mayoría absoluta. En cambio, el PNV se ha visto desplazado a segunda fuerza, en favor de Podemos, que ha obtenido más escaños y votos que los nacionalistas vascos. Los socialistas y los populares aguantaron el tirón, mientras Bildu, cuarta fuerza, perdió casi 32.000 votos. La única alegría de Urkullu es que mantiene el grupo parlamentario en las Cortes y sus cinco escaños serán decisivos en la formación del Gobierno español y ahí intentará sacar tajada a unos meses de los comicios autonómicos.

►PSdeG. Los socialistas superaron en 1.100 votos y un escaño a En Marea. La distancia es exigua (el 22,25% de los votos frente al 22,18%). El PSdeG siente en la nuca el aliento de En Marea, pero por el momento ha sido suficiente para recuperar la segunda plaza de la escena autonómica, después de retroceder al tercer puesto en número de papeletas en diciembre. Para el candidato a la presidencia de la Xunta, Xoaquín Fernández Leiceaga, el 26-J ha sido un respiro que le permite encarar en mejores condiciones los comicios de finales de año, después de unas primarias que han dejado heridas abiertas en el PSdeG. De la oposición, los socialistas gallegos son los que menos votos se han dejado por el camino, el 1,46%, e incluso en porcentaje de votos han ganado casi un punto, pero le queda mucho trabajo por hacer y obstáculos que vencer. Por ejemplo, la crisis abierta en el PSOE porque, aunque Pedro Sánchez venció el sorpasso que auguraban las encuestas, registró el peor resultado del partido del puño y la rosa en su historia. Leiceaga, a buen seguro, estará pendiente de cómo resuelve el PSOE la encrucijada que tiene delante: ¿Ferraz aceptará finalmente pese al rechazo inicial de ayer la oferta del PP de pactar grandes reformas a cambio de facilitar la elección de Rajoy como presidente? Si el PSOE tiende la mano al PP, aunque sea en forma de abstención, ¿qué hará Leiceaga, que se ha mostrado proclive a entenderse con las Mareas para fraguar una alternativa en Galicia a Feijóo? ¿Un acercamiento al PP perjudicará a Leiceaga para visualizar su alternativa a los populares en Galicia? ¿Tomará ahora, que el PSdeG es la segunda fuerza, distancia con las Mareas?

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►En Marea. La coalición de Podemos, Anova y Esquerda Unida perdió el 16% de los votos que tenía en diciembre (66.565) y no logró captar los 25.961 papeletas que no retuvo el BNG. ¿Por qué En Marea no fue capaz de rentabilizar el declive de la formación nacionalista? Porque en la legislatura recién acabada se diluyó su carácter nacionalista al no lograr formar grupo parlamentario propio en las Cortes y al trascender que era una teima más de Xosé Manuel Beiras y los suyos que de Podemos y EU. Pero la pérdida de protagonismo de Anova en la confluencia no es la única razón que explica el varapalo de En Marea. Las tensiones internas de los socios de la coalición gallega, la frustración o descontento con la gestión de los gobiernos municipales de A Coruña, Santiago y Ferrol, igual que los errores a nivel estatal de Unidos Podemos contribuyeron al retroceso. En Marea, que en diciembre ya se veía en la Xunta con el PSdeG de vicepresidente, debe retrotraerse al año 2009, cuando el bipartito volvió a la oposición porque la ciudadanía suspendió el matrimonio de conveniencia y mal avenido que eran PSdeG y Bloque. El trío de hecho que es En Marea recuerda mucho a esa pareja unida solo por el interés de derrotar a Manuel Fraga. En el nuevo escenario, en que las Mareas pierden apoyos allá donde gobiernan, ¿se le complicará el gobierno de los concellos, al aprovechar PP gallego y PSdeG su bajón?

►Ciudadanos. El partido de Albert Rivera perdió uno de cada diez votos que obtuvo el 20-D y el único escaño que tenía en A Coruña. Las razones para que Galicia sea una de las seis comunidades donde la fuerza naranja carece de representación son diversas: las crisis internas, la falta de un proyecto propio para Galicia, la estrategia de voto útil del PP, la fortaleza del PP que le complica la entrada en la comunidad... Ciudadanos intenta hacer de la necesidad virtud y tras el dictamen de las urnas se agarra a que de cara a las autonómicas aún puede ser fuerza bisagra. La extrapolación de datos del 26-J así lo apunta. El partido de Rivera tiene un caudal de 133.938 papeletas, 14.914 menos que en diciembre, pero todavía el 8,63% de las papeletas. El PP aún debe pelear más por recuperar esos apoyos, pero Ciudadanos parte con desventaja. Carece en Galicia de líderes autonómicos, de militancia que se curre el puerta con puerta y de un discurso creíble para una comunidad, donde el PP gallego ha sido hegemónico durante años porque supo entender el talante conservador del grueso de los electores pero teñirlo de un sentimiento galleguista necesario para engordar la bolsa de votos.

►BNG. La formación frentista desaprovechó una oportunidad. Los descontentos de En Marea que dejaron de votarle, pero no optaron por volver al redil de los nacionalistas gallegos. El Bloque sigue en caída libre y las autonómicas son su prueba de fuego.