Con permiso de la victoria clara de los populares y la indiscutible inyección de vitaminas para su candidato, Mariano Rajoy, la noche del 26-J dejó también en un involuntario primer plano a las encuestas. Las redes sociales se alimentaron de las grandes diferencias entre sus datos y el recuento oficial para dar rienda suelta a la ironía y el sarcasmo. Peticiones de dimisión a los expertos demoscópicos, de devolución del dinero o usos alternativos a cada cual más delirante para compensar en lo que casi todo el mundo sigue insistiendo. En que los análisis fallaron. Y de qué forma.

El sociólogo y presidente de GAD3, Narciso Michavila, y el director de investigación y análisis de Sigma Dos, José Miguel de Elías -dos de las firmas encargadas de los sondeos que permitieron estirar el debate televisivo del domingo hasta los primeros datos reales-coincidían ayer en que el error no fue de metodología, sino de análisis. "Las encuestas decían que los votantes de Podemos acudirían a las urnas. El votante no miente. Si hemos fallado es por nuestra falta de capacidad de análisis. No hemos sido capaces de detectar ese movimiento", admitía Michavila, en referencia al millón de simpatizantes de la formación liderada por Pablo Iglesias que se quedó en casa. ¿Cuánto hay de sobrevaloración de las encuestas? ¿Cuánto de infravalorar a los electores?

"Lo diré de una manera exagerada, con retranca. No fallaron las encuestas -apunta Fermín Bouza, catedrático gallego de Opinión Pública de la Universidad Complutense de Madrid-. Fallaron los votantes". Al contrario de lo que suele ocurrir, el electorado rompió "en las últimas semanas, días" la fidelidad de voto, con "un cambio muy rápido". "No había indecisos -defiende el experto en demoscopia-. Lo que existió fue un flujo interior en el votante que iba a votar y que una encuesta no refleja porque es la foto fija de un momento determinado". Bouza Álvarez incluye "una pequeña culpa" a las condiciones en las que, asegura, se realizan ahora este tipo de estudios, "con muestras de población malas, a prisas o poco personal". Especialmente en el caso de los "especiales" sondeos a pie de urna. El cierre se hace a las dos de la tarde, "sin contar a la mitad de los votantes" y "que el voto de la tarde es muy distinto". "Si tú estás respondiendo en tu barrio sobre lo que has votado delante de tus vecinos -añade- es frecuente que finjas en función de lo que crees que puedan pensar ellos".

¿Por qué ese cambio? ¿La resaca del Brexit? "Es un tema muy sofisticado para el electorado medio español", minimiza el catedrático, que sí señala como relevante "la campaña mediática contra la izquierda, un bloque muy cerrado" con "explicaciones demoledoras" para "un cierto segmento de la población". Fermín Bouza pone sobre la mesa su "desconfianza" en que las estimaciones que se fueron conociendo en la campaña "estuvieran negociados" para "crear un miedo que no era sostenible".

"No son más que un instrumento para medir, sondear una opinión -defiende Enrique Varela-. No son en absoluto una proyección de lo que va a ocurrir". El profesor de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Vigo señala como primer error el uso que "todos" hacen de las encuestas. "Empresas demoscópicas, analistas, medios de comunicación... que convierten el medio en un fin sin tener en cuenta el montón de variables que afectan", afirma. "¡Si hasta se les da validez -continúa- a las casas de apuestas!".

Entre esas variables está el propio sistema político español, "que es muy lento cambiando". La estratificación social, la diferencia entre el rural y el espacio urbano, el sistema electoral o la demografía. "Hay una nueva generación que se irá consolidando -indica- y otro electorado que se jubilará en el sentido metafísico". ¿Por qué entonces el sorpasso se daba por hecho ya? "Esto es como si decimos que Fernando Alonso puede ganar a los McLaren. Sí. Pero, ¿pero tiene las condiciones para hacerlo? Objetivamente no", resume.

A diferencia de lo ocurrido en la carrera del 20-D, el profesor Enrique Varela considera que esta vez la campaña electoral "sí tuvo incidencia". "Ante las dudas, puede haber gente que con lo del Brexit pensó que los casos de corrupción o espionaje en el PP pasan a segundo plano y como soberano de su voto hace lo que le da la gana", cuenta. Fue el camino a "la polarización". Algo que, por cierto, "siempre", recuerda Varela, ocurre en los sistemas de segunda vuelta y la repetición de las generales tenía parte de eso.