Pedro Sánchez dejó entrever ayer la estrategia del PSOE ante futuras alianzas poselectorales al asegurar que "no voy a apoyar al Gobierno del PP e Iglesias no va a ser presidente". Fue lo más aproximado del candidato socialista a una respuesta a la pregunta que domina la campaña: a quién apoyará si se confirma el vaticinio de las encuestas y el PSOE queda en tercer lugar, por detrás de la coalición Unidos Podemos.

El rechazo de los socialistas a facilitar, "por activa o por pasiva", la reelección de Rajoy como presidente del Gobierno es ya conocida desde la legislatura pasada. La posición se mantiene al igual que su rechazo al referéndum catalán que defiende Podemos, el obstáculo insalvable, junto con el programa económico, para alcanzar un acuerdo con la formación que encabeza Pablo Iglesias. "No vamos a apoyar a ningún gobierno que fragmente la soberanía nacional de España y no vamos a apoyar a ningún gobierno que cuestione la viabilidad económica y social de nuestro estado del bienestar y del incipiente crecimiento económico que ahora estamos disfrutando", afirmó ayer Sánchez en una entrevista radiofónica.

El PSOE desplegará en lo que queda de campaña una gran ofensiva electoral a la búsqueda del voto de los indecisos. Consistirá en hacer medio millón de llamadas a domicilios y distribuir diez millones de folletos para atraer a una parte de ese más del 30 por ciento que, según las encuestas, todavía dudan a quién votar. Las llamadas van dirigidas a áreas preseleccionadas a partir de los datos de participación de otras elecciones en las que los socialistas pueden tener más potenciales votantes. Además duplicarán sus actos, hasta llegar el viernes, último día de campaña, a los 1.300. Junto con las llamadas y de la distribución de folletos, los socialistas quieren intensificar sus actos en las calles y visitas a hogares.

Sánchez está convencido de que puede recabar muchos sufragios entre quienes se abstuvieron el 20 de diciembre y los electores socialistas que optaron por pasarse a Podemos, ahora molestos por el comportamiento de Iglesias.

"Es una gran operación de movilización del voto que siempre ha funcionado", según fuentes del Comité Electoral del PSOE. El resultado puede ser activar entre dos o tres puntos de participación, lo que supondría entre medio millón y 900.000 personas. Si hubiera un índice de respuesta positiva de un diez por ciento, el PSOE captaría entre 50.000 y 90.000 votantes, según las previsiones de sus estrategas.

Este tipo de movilizaciones de los últimos días son habituales en la campañas socialistas, aunque nunca alcanzaron la intensidad de ahora, cuando el partido se encuentra azuzado por la amenaza de quedar relegado a la tercera posición, por detrás de Unidos Podemos.

El presidente del Congreso, Patxi López, aseguraba ayer que la movilización del amplio margen de indecisos que reflejan las encuestas de cara al domingo "dará la gran sorpresa" y posibilitará una victoria al PSOE en los comicios.