Las complicaciones pueden ser: inflamación, dolor, dificultad al hablar y masticar, disgeusia, sangrado, hipersialia, infección y parestesias.

Además de los daños típicos después de la colocación del piercing, se producen también lesiones periodontales y en los tejidos duros y blandos, tanto en la colocación extraoral como en la intraoral.

Las fisuras son los daños más frecuentes, seguidas de abrasiones y finalmente pigmentaciones. Con respecto a los tejidos blandos el que se produce más a menudo es la impronta, seguido de la depapilación, queloides y la úlcera.

Pero si alguna lesión preocupa a los odontólogos por encima del resto es la periodontal, ya que se produce en casi la mitad de los portadores de piercings. Estas aumentan en los sujetos que llevan el piercing de metal y colocación extraoral, especialmente en el caso de los piercings en las encías.

Estas lesiones pueden primero aparecer como lesiones en el tejido de las encías blandas, y más tarde como la recesión de las encías, lo cual además conlleva un problema estético.

Es importante entender que antes de que las encías puedan retraerse, parte del hueso subyacente en los maxilares debe perderse. A raíz de la pérdida ósea, la inflamación e infección de las encías puede ocurrir.

Cuando las encías se retraen, las raíces de los dientes quedan al descubierto; esto hace que la caries dental sea más probable, ya que las raíces carecen de la cubierta de esmalte protector de la corona del diente. Es entonces cuando el verdadero problema comienza, porque tan pronto como la capa externa dura de los dientes es penetrada o agrietada, la salud del diente está en peligro. Si se continúa profundizando puede alcanzar el tejido pulpar, los vasos sanguíneos y los nervios. Una vez que están expuestos a algo tan benigno como el aire y la saliva pueden empezar a doler, hincharse y causar molestias. Pero lo que sucede normalmente es que esas áreas sensibles dentro del diente son atacadas por bacterias tóxicas.

Las bacterias crean una infección, y ello conlleva inflamación y el terrible dolor de tener el nervio rodeado de tejido pulpar enfermo.

Para evitar este tipo de problemas, los piercings de la lengua y el labio se deben colocar y usar de tal manera que no puedan chocar contra los dientes. Nunca debe ponerse en contacto con los dientes o interferir con la mordida. Para asegurar que este es el caso, se recomienda usar sólo piezas pequeñas de joyería. Los piercings no deberían ser capaces de girar en el interior del labio, donde podría entrar en contacto con los dientes y las encías y causar una acción abrasiva, desgarro o corte del tejido, o el astillado y agrietamiento del esmalte dental.

Utilice siempre de acero inoxidable de grado quirúrgico, titanio, oro de 14 quilates o de otros tipos apropiados de joyería para evitar problemas relacionados con los metales de menor calidad. Mantener los dientes y las encías adecuadamente limpios e higienizadas y asegúrese de programar visitas rutinarias a su dentista para que él o ella puede controlar su salud oral.

Y lo más importante, asegúrese de que la ornamentación oral no comprometa la salud bucal.

Dr. Simón Pardiñas López, es especialista en Periodoncia y Cirugía Oral y Maxilofacial

Puede encontrar más información sobre problemas gingivales y dentales en http://www.clinicapardinas.com/enfermedades-de-las-encias.html