Cómo será la Coruña de dentro de quince años? Es difícil decirlo, ya que en estos tiempos de aceleración y cambio constante resulta más complicado que nunca prever el futuro, no ya a quince años vista, sino incluso a plazos mucho más cortos. Hoy están ocultos para nosotros, pendientes incluso de ser imaginados, muchos de los factores transformadores que resultarán decisivos para la configuración futura de nuestra ciudad pero conozco uno fundamental que es la calidad de sus habitantes.

Sobre la base de sus gentes y su constante sentido común, los que conocemos la ciudad y, por tanto, la queremos, sabemos que en este pequeño trozo de tierra rodeado casi por completo por el mar residen las capacidades necesarias para que, con el esfuerzo de todos, dentro de quince años A Coruña mantenga sus virtudes actuales y las complemente con nuevos logros que resuelvan sus necesidades y hagan de ella un lugar todavía mejor de lo que, para nuestra suerte, ya es hoy.

Imagino para entonces una ciudad que aúne armoniosamente la pujanza económica, requisito previo imprescindible para hacer posible todo lo demás, con la puesta a disposición de sus habitantes de los más altos estándares de calidad de vida.

Partiendo de la base económica que ya tenemos, debemos ser capaces de dotar a esta ciudad y su área metropolitana de un tejido empresarial denso y diversificado que genere empleo y desarrollo y con ello asegure el bienestar de sus habitantes.

Este tejido empresarial debe construirse sobre dos atributos que resultan cruciales para que cualquier proyecto pueda tener éxito

en un mercado que cada vez es

más competitivo y global: la innovación y la internacionalización. Nuestra ciudad puede posicionarse como un entorno propicio para el emprendimiento, lo que requiere, entre otras cosas, la creación de viveros de empresas o la puesta en marcha de nuevas vías de colaboración con la investigación que sirvan para transformar en realidades viables a largo plazo las ideas que nacen de ella.

El esfuerzo que se requiere de la ciudad en la creación de nuevas empresas no debe hacernos descuidar el tejido empresarial del que ya disponemos. Más bien lo contrario. Sin dejar de ser humildes, seamos ambiciosos y aspiremos a que nuestras empresas, algunas de las cuales ya son líderes en sus respectivos sectores, estén cada vez más arriba y generen un efecto arrastre que beneficie a todas las demás.

Por mi parte, confío en que el proyecto que estamos desarrollando en Abanca siga logrando avances que nos permitan ocupar un lugar cada vez más importante dentro del ranking financiero español, lo cual redundará en el bien de esta ciudad, de sus habitantes y de sus empresas.

Una economía sólida debe servirnos como base para lograr una ciudad moderna y dinámica, pero que conserve el carácter amable y accesible de las mejores ciudades de tamaño medio. Contamos con un emplazamiento idóneo del que debemos aprovechar todo su potencial con actuaciones inteligentes y respetuosas. Imagino una ciudad abierta al mar, de escala humana, dotada de un modelo urbanístico y de movilidad avanzado, y con zonas verdes que la hagan habitable y grata en el día a día. Debemos aspirar también a vivir en una ciudad que fomente y apoye la creación cultural y que acerque a sus habitantes las manifestaciones artísticas más valiosas de todo el mundo.

¿Podremos lograrlo? Creo

sinceramente que sí, si entre todos somos capaces de movilizar las energías que laten en la ciudad y ponerlas al servicio del bien común de forma inteligente e imaginativa. Y LA OPINIÓN A CORUÑA estará ahí para informarnos de ello.