La constitución de la Mancomunidad de Municipios estaba prevista inicialmente para mañana, pero el plante de última hora de Arteixo ha obligado a aplazar sine die la puesta de largo del ente supramunicipal que tomará el relevo del Consorcio As Mariñas.

La transformación del consorcio en mancomunidad para cumplir la ley de racionalización administrativa llega después de un primer y fallido experimento de colaboración entre la ciudad y los concellos del área metropolitana. La constitución, en 1983, de la Mancomunidad de Municipios impulsada por el entonces alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, estuvo precedida de victoriosos anuncios de una nueva era para la comarca coruñesa.

Esa nueva etapa nunca llegó a abrirse y la mancomunidad firmó su último capítulo con más pena que gloria. El ente se disolvió en 2012, tras mantener una única reunión en toda su historia. "Su disolución abrirá nuevos caminos para un mejor amanecer", sostenía hace tres años el por entonces regidor coruñés, Carlos Negreira, que decía adiós al organismo sin asomo de lástima. "Es un órgano sin sentido, que no ha dado frutos positivos y que no integraba a todos los ayuntamientos que tienen que estar", mantenía.

Paradójicamente, todo apunta a que serán menos los concellos que se suban, al menos inicialmente, al nuevo organismo mancomunado que encare los retos pendientes del área metropolitana en la prestación de servicios básicos.

La nueva mancomunidad podría perder a uno de los concellos fundadores del Consorcio As Mariñas, Arteixo, pero también ampliar sus dominios con la integración de Oza-Cesuras „el primer concello fusionado en 45 años„ o Paderne, que ya han solicitado asiento. ¿Y A Coruña? La eterna pregunta sigue sin resolverse. Los últimos gobiernos de la ciudad evitaron dar un paso que el área considera crucial.

El nuevo Ejecutivo, de Marea Atlántica, sostiene que como paso previo es preciso dar con la "fórmula" que tenga en cuenta el peso poblacional y admite que el "encaje" en la mancomunidad, tal y como está concebida actualmente, resulta complicado, aunque insiste en que la colaboración con el área metropolitana es una "prioridad". "La ciudad puede estar en una mancomunidad en un futuro más o menos próximo", recalcaba recientemente su alcalde, Xulio Ferreiro.

El Consorcio As Mariñas cumple quince años con las aguas revueltas y muchos interrogantes en el aire. El ente, que siempre presumió de consenso, encara su transformación en mancomunidad con recelos.

Su metamorfosis ha sido una carrera de obstáculos. Las discrepancias técnicas sobre el modo en que debía encararse el proceso y si era precisa o no la previa disolución del consorcio, demoraron una transformación que se enfrenta ahora a la posible salida de Arteixo, cuyo alcalde, Carlos Calvelo, se muestra ahora convencido de las ventajas de "municipalizar" el servicio y que apunta en sus declaraciones a la línea de flotación del consorcio al criticar el elevado precio del servicio.

Un repaso por la historia del ente supramunicipal pone de relieve sus logros, sus carencias y también sus tareas pendientes. La entidad que aglutina a los concellos del cinturón metropolitano nació hace quince años. El 4 de agosto de 2000, los alcaldes de Abegondo, Arteixo, Bergondo, Betanzos, Carral, Cambre, Culleredo, Oleiros y Sada se reunían en el salón de plenos de Culleredo para suscribir el documento de constitución, tras firmar días antes los estatutos del ente en una asamblea comarcal celebrada en A Fábrica de Oleiros.

La gestión mancomunada de la recogida y el tratamiento de basuras fue el primer y principal reto de esta entidad supramunicipal que ha estado presidida a lo largo de su

historia por tres veteranos: el alcalde cullerdense, Julio Sacristán (PSOE), entre 2000 y 2007 y de 2008 a 2011; el bergondés José Fernández Ramos, de 2007 a 2008, y, en los últimos cinco años, el regidor de Abegondo, José Antonio Santiso Miramontes (PP).

A lo largo de los últimos tres lustros, el Consorcio ha logrado modernizar el sistema de recogida de basuras, con la implantación de puntos limpios, minipuntos de recogida selectiva de aceite y ropa, nuevos contenedores y camiones. Los avances en la gestión fueron de la mano de más de un desencuentro con la concesionaria de la planta de Nostián, Albada. Uno de los más sonados se produjo en 2011, a raíz de que el Consorcio se negase a reconocer una deuda próxima al millón de euros por el sobrecoste del traslado de rechazos a un vertedero de Sobrado. El conflicto, judicializado, llegó a tal punto que la empresa impidió durante unos días la entrada de camiones del Consorcio en la planta y llevó a la entidad a enviar por su cuenta los rechazos a Cerceda.

El bajo índice de reciclaje de Nostián ha propiciado duras críticas de la entidad supramunicipal durante los últimos años. La gestión de la planta, propiedad del Ayuntamiento de A Coruña, abrió una brecha entre la ciudad y la comarca, que paga un recibo más elevado y ha sido también uno de los escollos de la tan cacareada integración de A Coruña en el área metropolitana.

Este órgano ha ampliado en los últimos años las líneas de cooperación intermunicipal con la prestación mancomunada de servicios de lacería o asesoría jurídica y que pretende extender ahora a los servicios sociales, saneamiento, emergencias o el turismo.

Entre las asignaturas pendientes, los alcaldes de los nueve ayuntamientos apuntan la gestión de la recogida y tratamiento de basura para lo que resulta clave dar una solución a la planta de Nostián. La mejora del transporte metropolitano, la necesidad de que las líneas de bus urbano penetren en la comarca, la liberalización del peaje de la AG-55, la promoción del tren de cercanías y la implantación de nuevas medidas que mejoren el servicio de agua son algunos de sus retos.

La mejora del saneamiento, que ha dado un importante paso con la puesta en marcha de la depuradora de Bens; el dragado de la ría de O Burgo, la finalización de la vía ártabra, con su conexión con la AP-9 y la A-6 (esta última descartada por la Xunta); o la ampliación del puente de A Pasaxe son algunas de las promesas que el área espera que sean una realidad en los próximos años.