Nunca duermen más de cuatro horas, tienen guardias y cada uno se enrola en los barcos de la Tall Ship Races por una razón diferente. Marcos Montiel es coruñés, tiene 17 años y es el segundo verano que se pasa a bordo de un gran velero.

Andrés Alcívar es ecuatoriano, tiene 21 años y las noches se las pasa estudiando las asignaturas necesarias para ser oficial de la Marina de su país. Leah Sweet nació en Portugal, cuando acabó la carrera buscó opciones, como todos quería hacer algo diferente, se enteró de que un barco, el polaco Europa, iba a la Antártida, desde entonces, ha estado en él, recorriendo el mundo, yendo y viniendo. ¿Que si quiere esta vida para siempre? Este balanceo continuo, este estar pendiente del viento y nunca estar en la cama más de seis horas, no lo sabe, pero "por ahora sí", lo tiene claro.

Los grandes veleros llegaron ayer al puerto de A Coruña. Son 47 y proceden de 18 países diferentes, uno de ellos, el Juan de Lángara, es gallego y otro, el Pelican of London, lleva en su vientre a una decena de coruñeses. Jóvenes estudiantes que optan por un verano diferente, alejado de los libros, en contacto con el mar, con otros chavales que, como ellos, buscan una experiencia que nada más allá del océano les puede ofrecer.

Si las cubiertas de los 47 buques se pusiesen en línea, una detrás de otra, cubrirían más de un kilómetro y medio de distancia. Los barcos están abiertos a tener nuevos integrantes en su tripulación, algunos funcionan como barco escuela, otros como un espacio que ofrece oportunidades, que enseña cómo es la vida cuando bajo los pies no hay tierra firme, sino el océano.

En los barcos grandes cada uno tiene su puesto, su turno y sus quehaceres, en los pequeños, sin embargo, todas las manos son necesarias y casi todos tienen que hacer de todo. "Yo no soy de las que trabaja con las velas, yo ayudo en la cocina y en el mantenimiento del barco", explica Leah Sweet, que ayer, al llegar al puerto, comía en la cubierta con sus compañeros de travesía. En verano son más de 30 personas en el barco de las que, la mayoría, tiene entre quince y 25 años. Recorren el mundo y no les importa eso de que la Tall Ship Races, la regata antes conocida como Cutty Shark no sea competitiva, su objetivo no es llegar primeros, ni hacer maniobras complicadas para conseguir avanzar más que los demás. Sus valores son otros, como explicó ayer, en la inauguración del evento, el alcalde de A Coruña, Carlos Negreira, "la amistad, el compañerismo y el trabajo en equipo".

Algunos de los barcos participantes en esta carrera estarán abiertos para ser visitados en horario de mañana y de tarde. De diez a 12.30 horas habrá una travesía a nado; a las seis de la tarde, habrá un desfile de los miembros de las tripulaciones de los buques por las calles de la ciudad, que llegará hasta María Pita y, a partir de las ocho y media, comenzará el servicio de Tapas del mar, una degustación de recetas elaboradas con pescado y marisco.

Los grandes veleros estarán atracados en los muelles de la ciudad hasta mañana, cuando reanudarán su travesía hacia Dublín y es que estos buques salieron de la Bretaña francesa el 8 de julio, el 19 llegaron a Lisboa, del 22 al 26 cubrieron la distancia que separa Lisboa de Cádiz y, mañana partirán hacia Dublín adonde llegarán el 23.

Marcos Montiel estudia, durante el curso, en Compañía de María, no cree que le gustase pasarse la vida embarcado, pero cree que, como experiencia, el contacto con el mar y con la gente, el silencio y el ruido del océano no se parece a nada que haya vivido antes.

Esta regata se complementa con una exposición de motos de competición, con actividades didácticas, con fiestas y con una exhibición aérea que se celebrará mañana, a eso de la una de la tarde. Esta noche, a partir de las doce habrá fuegos artificiales. La estimación de público es de 600.000 personas.

Coruñeses y turistas, optimistas

"Las sensaciones son buenas". Es la impresión general del público asistente a la inauguración de la Tall Ships Races. "No todo es la regata, hay mucho más", afirma Isaac Amado, un joven coruñés que llevaba esperando "varios días" la llegada de los veleros a puerto. "Hay un montón de actividades paralelas y tienen muy buena pinta; es cierto que tienen que sacar dinero, pero creo que todo va a estar muy bien organizado", finaliza, haciendo alusión a la exposición de motos organizada por el equipo Repsol, que podrá visitarse durante todo el evento. "Nosotras somos de Sevilla y todo esto nos ha cogido por sorpresa", asegura María de los Ángeles García, que ha decidido disfrutar de las vacaciones junto a sus amigas en A Coruña. "Hay un montón de barcos, desde muy chicos hasta unas cosas descomunales", señala, a la vez que recomienda a "toda la juventud" que se acerque al puerto estos días. Pero no todo tiene que ver con el ocio; la Tall Ships Races también fomenta la generación de empleo y un aumento considerable en el número de personas que visitan la ciudad. "Con las fiestas, este verano está siendo uno de los que más turismo hay, y si a esto unimos los veleros, seguro que vienen mucha más gente", reflexionan José Luis Maiz e Iago Pérez, convencidos de que acontecimientos como este pueden frenar el desempleo y ofrecer una nueva imagen de la ciudad ante el resto de la Península.