La plaza de María Pita se llenó ayer para ver en concierto a la Orquesta Sinfónica de Galicia. Hubo señoras que, desde una hora antes de que empezase la actuación, pasadas las nueve y media de la noche, guardaron cola para poder ponerse en primera fila, allí donde pudiesen ver con claridad qué estaba pasando encima del escenario.

Para la noche de ayer, en la que había fútbol y cayeron unas gotas que solo asustaron a unos pocos, la Sinfónica escogió un repertorio en el que sonaron clásicos como la Sinfonía número 40 de Wolfgang Amadeus Mozart y la séptima de Beethoven, pero, sin duda, los acorde que más impresionaron a los asistentes fueron los de los bises. Sonaron Negra Sombra, una melodía para uno de los mejores poemas de Rosalía de Castro y, cómo no, el himno del Deportivo.

Para este último tema, el director de la formación, Víctor Pablo Pérez, se colocó al cuello la bufanda del equipo y uno de los violonchelistas se vistió la camiseta morada del Deportivo. Los que no se lo esperaban tocaron palmas al compás del himno que tantas veces habían cantado la temporada pasada para animar al equipo y para llevarlo en volandas hacia el ascenso; los que tenían la esperanza de que algo así ocurriese se negaron a abandonar sus sillas aun cuando la Sinfónica ya había saludado, los solistas habían recibido el aplauso del público y el director se había ido ya del escenario.

Todas las sillas blancas y las gradas que colocó el Concello para el concierto se llenaron y los curiosos que se quedaron fuera del recinto vallado tuvieron que ingeniárselas para escuchar y ver, aunque fuese por las pantallas, la actuación, algunos esperaron a que los más asustados por la lluvia abandonasen sus asientos, otros se refugiaron bajo el Palacio Municipal y otros aprovecharon el mobiliario urbano para acercarse a lo que estaba pasando en el escenario.

La lluvia, que cayó durante unos minutos con la Sinfonía número 3 de Brahms de fondo hizo que algunos de los espectadores se cambiasen de sitio, que abriesen sus paraguas y que, incluso, se colocasen bolsas de plástico en la cabeza. Al final, la lluvia tampoco quiso fastidiarle el concierto a esta formación que cumple 21 años, así que se retiró y dejó que los acordes de Antonin Dvorák, Piotr Ilych Chaikovski y Dmitri Shostakóvich sonasen libres. Pérez pidió pasión a sus músicos y ellos se la dieron para reinventar clásicos conocidos por una parte del público y ajenos para otra.