Cuando a comienzos de año se produjo ‘la recomendación’ por parte del Banco de España de limitar la remuneración en los depósitos bancarios, conocidos por muchos como los superdepósitos, los pequeños ahorradores comenzaron a preguntarse cuál sería el mejor producto de ahorro para sustituir a estos.

Una alternativa fueron los fondos de inversión, que como podemos ver en las cifras facilitadas por Inverco, han experimentado en lo que va de año un incremento neto en los saldos que gestionan por primera vez en los últimos seis años.

Pero otra de las alternativas interesantes que apareció en el horizonte fueron los planes de ahorro y, en concreto, los denominados PIAS, o Planes individuales de Ahorro Sistemático.

Hasta esa fecha eran productos no muy comercializados por dos motivos principalmente. Primero, al ser productos del ramo de seguros, las entidades financieras tradicionales, o sea, los bancos, los veían complejos y no fáciles de explicar al cliente. Y segundo, el que fuesen productos con ventajas fiscales, los acercaba mucho a los planes de pensiones, productos estos no aptos para todos los perfiles de clientes y, por lo tanto, se evitaba el hacer mucho hincapié en ellos.

Pero el desconocimiento de cómo funcionan los PIAS es algo que está desapareciendo y se están mostrando como un producto de ahorro a largo plazo muy competitivo y, sobre todo, amoldable a todos los perfiles de clientes que buscan un producto de ahorro a medio y largo plazo sin riesgo y con rentabilidades similares a las actuales de los depósitos o la deuda pública.

Como planes de ahorro, se busca que de una forma flexible el titular planifique el ahorro en forma de cuotas (en eso se parecería a los planes de pensiones) o en forma de una prima única o aportación inicial (más como un depósito) con la total libertad de cambiar la forma de ahorrar.

El cliente planifica su ahorro sin problemas y cuenta con la ventaja fiscal de que si pasa de los 10 años, tributará menos por los beneficios obtenidos (no se tributarán por los rendimientos acumulados si se constituye una renta vitalicia transcurridos 10 años desde la primera aportación).

¿Pero por qué realmente los PIAS son productos alternativos a los depósitos bancarios?

La razón fundamental que podemos esgrimir es que son completamente líquidos. Es decir, pese a que son un producto de ahorro a largo plazo, que dan ventajas fiscales pasados 10 años, son productos que permiten ser cancelados de forma parcial o total en cualquier momento en caso de que el titular necesite el dinero (todo o parte).

A esto se le une que la mayoría de las entidades que se han lanzado a su comercialización ofrecen incluso que esta cancelación se pueda realizar en cualquier momento sin penalización de ningún tipo. Todo en conjunto lo convierten en un producto de ahorro a medio y largo plazo muy interesante pero con la liquidez de un producto a corto plazo, y eso es algo de agradecer.

Además, así como los depósitos en caso de quiebra de la entidad están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), los PIAS están garantizados por el Consorcio de Compensación de Seguros, lo que implica que también poseen seguridad en caso de quiebra.

Realmente estamos ante un producto de ahorro que invierte en inversiones de poco riesgo; que ofrece rentabilidades superiores a los depósitos actuales; que puede ser líquido en cualquier momento (y puede que sin gastos ni comisiones); que puede ser destinado a largo plazo disfrutando incluso de ventajas fiscales. O sea, en su conjunto, un producto versátil que puede permitir al cliente particular gestionar sus ahorros en cada momento según sus necesidades.