¿Dónde está el sur de España? Treinta años después de que los andaluces alzasen sus voces bajo el lema nosotros no vamos a ser menos, Enrico Juliana reflexiona sobre los puntos cardinales políticos y económicos de España. El periodista y escritor catalán dibuja en La deriva de España un nuevo mapa en función de la riqueza. "El sur está hoy en el noroeste: en el extenso y poco poblado cuadrante que forman las cuatro provincias gallegas, más Zamora, Palencia, León y Salamanca; Asturias y algún retazo de Cantarina. Es la España que envejece, que se despuebla y que por su ubicación geográfica afronta un futuro sin grandes oportunidades logísticas y sin capacidad para ofertar una jubilación soleada a millones de pensionistas europeos con fondos suficientes para comprar una residencia en el Miami hispánico". Esta es una de las teorías del último libro de Juliana, cronista político y, ahora, director adjunto de La Vanguardia.

-¿Cómo se entiende que el norte sea el sur y el sur sea el norte? En la mayoría de países, el norte es más rico que el sur, ¿es por eso?

-Con mi obra pretendo invitar a la reflexión. Quizás el sistema esté un poco pervertido y la cuestión es que el mapa de las 17 autonomías no responde, en la actualidad, al mapa real del país. Durante mucho tiempo, el sur político ha sido el propio sur: Andalucía y Extremadura, sobre todo en los años 70. Ahora es distinto, ha emergido un nuevo sur político, con zonas del país que merecen igual grado de atención por parte de la Administración que Andalucía tuvo en su momento, porque han alcanzado ese grado de dificultad, estancamiento y desajuste.

-'El noroeste está lejos de Madrid, lejos de Francia, lejos del Mediterráneo, lejos de África, lejos de las rutas navales que enlazan Europa con Oriente. Portugal es su única vecindad', narra en su obra.

-Para mí hay dos nuevos sures: las zonas periféricas de Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla (con muchos problemas sociales y muy perjudicadas por la crisis) y, por otra parte, las zonas que han sufrido un solapamiento: despoblación, incremento de la tercera edad y dificultades para el crecimiento económico, que es el noroeste de España.

-Son precisamente las variables que Galicia, Asturias y Castilla y León exigen a Madrid que tenga en cuenta en el reparto de la financiación...

-Es normal que cada comunidad exija en función de sus problemas. La población dispersa y el envejecimiento suponen un sobrecoste. Cataluña, por ejemplo, quiere recibir en la medida en que aporta y regiones como Galicia no quieren empobrecerse más. Comunidades como Madrid, Valencia o Cataluña han experimentado un crecimiento de población muy grande, están sobrecargadas. En Cataluña la población ha crecido en un millón de habitantes, habitantes que proceden de la inmigración y que no computan, y eso supone un sobreesfuerzo: más cartillas sanitarias, más gente, más médicos o más escuelas. Cataluña siente que su aportación neta no se ha visto compensada como Madrid, por ejemplo, que tiene el goce de la capitalidad, o País Vasco y Navarra, que siguen con el privilegiado sistema foral.

-¿Cómo contentar a todas?

-Lograr un reparto equitativo es complicado. El problema es que el Gobierno aceptó la reforma de la financiación autonómica en un momento en que la economía española crecía un 3,5%. En ese contexto el reparto sería posible, sin discrepancias. Con la crisis el modelo se rompe y en un momento como el actual, el debate de los fondos de solidaridad se presenta todavía más difícil.

-¿Estamos a tiempo de corregir esta situación y volver a ocupar dignamente nuestra cornisa o "cuadrante noroeste", como cita en su libro?

-Sería una medida muy sensata en España pactar entre autonomías y gobiernos la redistribución de la riqueza. Para ello habría que tener en cuenta las periferias y el coste presupuestario en aquellas regiones que van quedando deshabitadas y cuya población ha envejecido. Este mapa debería sobreponerse al otro mapa, sin límites por comunidad y practicando una atención especial a la política de carácter equitativo. Quiero decir, que un niño de la periferia de Madrid o Barcelona ha de tener las mismas posibilidades que uno de Antequera o Pamplona.

-¿Demasiados años de retraso en infraestructuras? El primer AVE fue Madrid-Sevilla; no nos benefició precisamente...

-Hubo un debate político muy claro. Fue en el 92, España vivía la madurez de la etapa socialista, habían pasado años de la adhesión a Europa (1986). En Barcelona se celebraban los Juegos Olímpicos, la Expo en Sevilla o la Capitalidad Cultural en Madrid. El ex presidente González enfatizó la cuestión sur, pese a que entonces se dudaba de la rentabilidad. La posibilidad más racional sería unir las dos principales ciudades Madrid-Cataluña, también por la conexión con Europa. Pero no fue así. Cataluña tuvo que esperar 16 años para estar conectada por alta velocidad.

-Galicia también ha tenido que esperar por el AVE: 2009, 2012 y ahora, 2015.

-Valdrá la pena y ahora es definitivo. Lo que es cierto es que la alta velocidad ha funcionado bien en España. Es ideal para este país, donde los núcleos principales están separados entre sí unos 300 kilómetros: Madrid-Sevilla, Sevilla-Barcelona, Madrid-Vigo-A Coruña.

-¿Dónde queda Portugal?

-En el caso de Galicia es necesaria la conexión con Madrid pero también con Portugal. Ojo. Ha de abrirse en las dos direcciones. Y hay que tener cuidado porque se percibe una corriente en el Gobierno luso que dice que el país no está en su mejor momento para la alta velocidad.