Presos hacinados y falta de personal. La saturación de las cárceles y el déficit de funcionarios se traduce en la imposibilidad de clasificar a los reclusos y en el retraso en la concesión de permisos penitenciarios, la revisión de condena y la aprobación de la libertad condicional. Casi al doble de su capacidad, los centros penitenciarios no pueden separar a los internos ni por su peligrosidad ni por la duración de la pena. Una situación que obliga a los presos preventivos a convivir con los condenados. La "complicada" situación que denuncian habitualmente los sindicatos de prisiones por falta de personal se agrava, según advierten desde el penal de Teixeiro (A Coruña), por los turnos de descanso y las vacaciones. Hasta tres meses tienen que esperar algunos reclusos en segundo grado que ya han cumplido la cuarta parte de la condena para poder disfrutar de una salida del penal o lograr una revisión de condena.

Los sindicatos de prisiones advierten de que la lista de espera no sólo está en la Sanidad pública o en los juzgados, los presos también sufren el atasco de expedientes en Instituciones Penitenciarias.

El plazo habitual para que un recluso obtenga un permiso ordinario o pase de un segundo a un tercer grado desde que la Junta de Tratamiento de la prisión lo aprueba hasta que recibe el visto bueno de Instituciones Penitenciarias no suele llegar a los dos meses. Sin embargo, el atasco de expedientes por falta de personal y las vacaciones de los jueces de vigilancia penitenciaria están provocando retrasos de hasta tres meses en la concesión de permisos y en la revisión de condenas, según denuncian los sindicatos de prisiones.

En el caso de la libertad condicional para los presos que han cumplido ya las tres cuartas partes de la condena, la aprobación suele tardar una media de 20 días cuando, según fuentes de Prisiones, debería ser prácticamente automática.

Un total de 64 de los más de 5.000 presos que cumplen condena en los cinco penales de Galicia disfrutan a día de hoy de unos días de permiso. Cada salida de prisión, tanto para los reclusos de segundo como de tercer grado, es de hasta un máximo de seis días. En el caso de los internos de segundo grado, tienen derecho a un total de 36 días de permiso ordinario al año, frente a los 48 fijados para los presos de tercer grado. Para los de segundo grado, deben transcurrir al menos 45 días entre cada salida de prisión, mientras que los de régimen de semilibertad tienen derecho a un permiso cada mes.

El volumen de peticiones para pasar unos días fuera de prisión en julio o agosto se mantiene como cualquier otro mes. Los presos prefieren estar con la familia en Navidad que cambiar la celda por la playa en verano. "Ahora no hay una avalancha de peticiones. Cuando se nota un aumento de solicitudes es en diciembre, de cara a las fiestas de Navidad", comentan desde el centro penitenciario de Teixeiro. Una situación que corroboran desde los penales de A Lama, Pereiro de Aguiar, Monterroso y Bonxe.

La solución a la "caótica" situación en la que están sumidos los centros penitenciarios, según denuncian los sindicatos, no pasa sólo por la creación de nuevas cárceles, sino también por aplicación de penas alternativas a la prisión. Tres de cada diez reclusos -aseguran- podrían cumplir su condena fuera de la cárcel.