De la Carrera de San Jerónimo a Getafe (Madrid). Del Congreso, a las aulas. El ex ministro de Cultura, el coruñés Cesar Antonio Molina, retomó ayer su actividad académica después de haber firmado el lunes la renuncia a su acta de diputado. "Hoy regreso y vosotros tenéis la suerte de recibirme" fueron las primeras palabras del ex parlamentario a sus nuevos alumnos, jóvenes aspirantes a periodistas de apenas 21 años.

"No concibo estar en política sin tener una labor", declaró a este periódico el ministro tras conocerse su decisión. Por eso, dice, ha optado por volver a la docencia, como catedrático en la Facultad de Comunicación de la Universidad Carlos III de Madrid.

Poco después de las once de la mañana de ayer, una cuarentena de alumnos aguardaban expectantes la llegada del ministro. "Me apetece tenerlo como profesor", afirmaba Aurora Ferrer, una de las estudiantes que semejaba más aplicada.

De pie, paseando de un extremo a otro de la tarima, Molina explicó a la concurrencia en qué iba a consistir la asignatura Periodismo y cambios sociales que imparte. Para los alumnos el temario era "más de lo mismo" aunque la novedad era el encargado de impartirla: todo un ex ministro.

Alumnos de aspecto asustado, seguían erguidos y casi sin pestañear las explicaciones de Molina. El socialista debió de percatarse e hizo un amago por relajar el ambiente: "No os preocupéis, nunca me he dedicado a atormentar ni a fastidiarle la carrera a nadie", prometió. Vestido de forma adusta con un traje gris y una camisa rosa, a juego con una corbata azul con rayas de tono pastel inquirió: "En mí podéis encontrar a una persona que os puede comprender", recalcaba para ganarse a la concurrencia.

A medida que la clase avanzaba, se hacían más evidentes los signos de cansancio. "Dos horas aquí sentado me da algo" susurraban algunos desde las filas del fondo algunos alumnos, que trataban de hacer más llevadera la clase bebiendo refrescos, chateando con el móvil o incluso a base de hidratar las manos con crema.

La letanía sólo parecía romperse en cambio cada vez que el ministro pronunciaba la palabra "yo". En ese instante volvía la expectación. Cualquiera diría que lo único que interesaba al auditorio era la fascinante vida del profesor que un día estuvo en el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

Tras la clase, César Antonio Molina pasó unos minutos atendiendo las dudas de los alumnos. A ellos les explicaba que respondería a las preguntas "con mucho gusto".Y es que para el ex diputado la docencia es "una de las labores más gratas".

Por ese motivo, mientras le formulaban las cuestiones repetía con una sonrisa en la cara que "no hay nada mejor que explicar la literatura, el periodismo y la libertad de expresión". Se notaba que era su primer día de clase tras seis años apartado de las aulas aunque aseguró sentirse "como si lo hubiera dejado ayer" pero con "más experiencia y saber".

Antes de responder a la llamada de Zapatero, había estado al frente del Círculo de Bellas Artes y del Instituto Cervantes y ha sido diputado. De sus labores extra académicas afirma guardar un buen recuerdo, sobre todo de la política, a la que se refiere como "servicio público". Insiste en que está "muy contento y orgulloso" de haber ejercido. Sin embargo ha decidido volver a la docencia con el objetivo de "transmitir el saber y formar a buenos periodistas y escritores". En esta nueva etapa, César Antonio Molina compaginará su labor docente con la literaria, las colaboraciones en prensa y los cursos y conferencias en universidades extranjeras.

La docencia es posible que le aporte a Molina menos sinsabores que la política, aunque conlleva más riesgos. De momento, lo que peor lleva es el anonimato. Pese a la expectación había quien, al finalizar la clase, le preguntó al ex ministro cómo se llamaba. "Hay que leer más la prensa", requirió algo ofendido César Antonio.