. ¿Qué son los transgénicos? Los transgénicos son organismos que han sido modificados en el laboratorio alterando su composición genética para conseguir que sean más rentables y productivos o resistentes a determinadas patologías. La industria suele referirse a ellos como "productos biotecnológicos" y la Administración, por las siglas OMG (organismos modificados genéticamente). Hay alimentos de consumo animal y humano que son transgénicos, como el maíz resistente a plagas o malas hierbas, tomates que tardan más en madurar o patatas diseñadas para absorber menos aceite al freírse. Pero también se producen plantas transgénicas (por ejemplo, geranios de todos los colores), animales e híbridos (se han realizado experimentos de tomates con genes de salmón para que resistan mejor el frío).

. ¿Hay alimentos transgénicos a la venta? De momento, la UE ha aprobado la comercialización y producción de 18 productos transgénicos, de los que cinco son alimentos: cuatro variedades de maíz (resistentes a herbicidas y al insecto taladro) y una de soja. Sin embargo, las multinacionales han solicitado autorización para más de un centenar de productos y alimentos más, que aún están pendientes de resolución.

. ¿Qué dice la ley? Un organismo de la UE, la EFSA, es el que decide lo que se comercializa y lo que no en toda la Unión. Así, aunque los Estados miembros no pueden impedir la venta de transgénicos autorizados por Bruselas, sí pueden decidir si permiten que los transgénicos se cultiven en su territorio. Nueve países europeos (entre ellos, Francia, Alemania e Irlanda) se han declarado "libres de transgénicos", es decir, prohíben estos cultivos. En España, la plantación de maíz transgénico resistente al taladro comenzó en 1998; el año pasado se cultivaron en todo el Estado, principalmente en la zona del Ebro y Andalucía, 80.000 hectáreas de maíz transgénicos patentados por multinacionales como Monsanto, Pioneer o Syngenta. Todas las competencias para autorizar plantaciones comerciales o experimentales las tiene el Ministerio de Medio Ambiente, a través de la Comisión Nacional de Bioseguridad, aunque se tiene en cuenta la postura de las comunidades a la hora de elegir la ubicación de los cultivos. La mitad de los ensayos con transgénicos de toda la UE se hacen en España, casi todos con cultivos de maíz, remolacha, trigo, patata y algodón.

. ¿Cómo se puede distinguir un alimento transgénico de uno convencional? La UE obliga a indicar en las etiquetas de los productos si se trata de un alimento modificado genéticamente o producido con algún componente transgénico, pero sólo si el componente de OMG supone más de un 0,9% del total de ingredientes. Sin embargo, no es obligatorio indicarlo en las etiquetas de productos derivados de animales alimentados con transgénicos, como la leche, los huevos o la carne, pese a que el 90% de los piensos para animales que se compran en Galicia ( y en toda Europa ) están elaborados con maíz o soja transgénica procedente de América.

. Argumentos a favor. Los representantes de las industrias que fabrican, patentan y venden los transgénicos aseguran que todas las partes salen ganando con ellos: el agricultor, porque puede obtener más rendimiento de sus plantaciones; el consumidor, que ya no ingerirá tantas cantidades de herbicidas y pesticidas, puesto que las plantas pueden ser resistentes a determinadas plagas; la tierra, porque se pueden diseñar plantas capaces de crecer en terrenos secos, algo que beneficiará también a los países pobres con poco terreno fértil; e incluso a la salud, puesto que, aseguran, en los alimentos transgénicos se podrían introducir los genes que combaten algunas enfermedades humanas. Además, los partidarios de los alimentos transgénicos subrayan que es "absurdo" que se cuestione la alimentación de los humanos con transgénicos cuando ya están presentes en casi todos los piensos animales, aseguran que con las medidas de seguridad -separación de 200 metros de otras fincas, limpieza de la maquinaria usada en los cultivos transgénicos- se evita la contaminación de otras parcelas e insisten en que todos los OMG que han sido autorizados han pasado "rigurosos" controles sanitarios que garantizan que no son dañinos para los humanos ni para el medio ambiente.

. Argumentos en contra. Los ecologistas de todo el mundo llevan más de una década en pie de guerra contra las empresas que producen alimentos transgénicos y contra los Gobiernos y Administraciones que permiten su cultivo y comercialización. Para explicar su oposición frontal a los organismos modificados genéticamente, esgrimen informes y estudios científicos según los cuales la ingesta de estos alimentos puede provocar alergias o inmunidad a algunos medicamentos como los antibióticos. Otras investigaciones han demostrado que en los lugares donde se han cultivado transgénicos han desparecido algunas especies de flora y fauna. Otra de las razones para los detractores de los transgénicos es de tipo económico-social: el sistema por el que las grandes multinacionales patentan cada una de las variedades que ensayan desembocará en un mercado monopolizado por "cuatro o cinco proveedores" en el que no tendrá cabida el pequeño productor ni la agricultura tradicional. Además, aseguran que, como ya sucede en el mercado de EEUU (productor del 65% de los transgénicos de todo el mundo), cada vez habrá menos variedad de plantas y verduras, con las consecuencias que ello supone para la nutrición humana y animal. Otra de las batallas argumentales es la de la ética, dado que la biotecnología supone una manipulación de la esencia de la vida con fines económicos.