Sólo un grupo de activistas en contra del cambio climático lograron alterar mínimamente el transcurso de la reunión informal de ministros de Transporte de la Unión Europea que se celebró ayer en la ciudad de A Coruña. Eran apenas una decena pero lograron colarse en María Pita minutos antes de que los 11 representantes europeos de Transporte llegasen al Concello, donde el alcalde, Javier Losada, ofreció una cena a las delegaciones asistentes en la cumbre.

Al grito de "Ministerio de Fomento, ministerio de cemento" y de "más cercanías y menos policías", los ecologistas consiguieron burlar el cordón policial -sin que se registrase ningún altercado- hasta situarse a los pies de la heroína, María Pita, pertrechados de pancartas reivindicativas. Pese a todo, los ministros europeos, que fueron accediendo al Concello de manera escalonada, ni siquiera llegaron a percatarse de la protesta. El primero en llegar al Ayuntamiento fue el ministro de Fomento, José Blanco, que fue recibido a las puertas del Consistorio por Javier Losada.

Sin embargo, los activistas no fueron los únicos que molestaban en María Pita. Viandantes y niños, que jugaban disfrazados con bicicletas y monopatines en las inmediaciones de la Casa Consistorial, se vieron obligados a modificar su paseo por "cuestiones de seguridad", según les advertían los policías. La ciudad de A Coruña llevaba blindada desde el lunes -hasta las alcantarillas habían sido selladas- por tierra, mar y aire y ayer no fue una excepción.

Pero la voz de los ecologistas no fue la única protesta que se dejó oír en la jornada de ayer. Un grupo de representantes de la plataforma Salva O tren también había intentado por la tarde -sin éxito- aproximarse a la entrada del Palexco, donde se celebraba la cumbre informal de ministros. Los manifestantes fueron inmediatamente neutralizados por los agentes de la Policía Nacional que peinaban los aledaños del Puerto de modo que los activistas de Salva O Tren no pudieron moverse de la Marina.

Las medidas de seguridad son tan estrictas en los eventos de estas características que, cualquier mínimo fallo en la organización puede dar al traste la jornada -o acarrear graves demoras en su desarrollo-. Algo similar estuvo a punto de suceder ayer cuando una de las cuatro intérpretes asistentes por la mañana al congreso sobre Seguridad Marítima no lograba el permiso pertinente para acceder al auditorio. "Soy la intérprete del ministro", se vio obligada a esgrimar la traductora mientras enarbolaba su carné sin que las azafatas encargadas de entregar las acreditaciones y facilitar la entrada se inmutasen lo más mínimo. Finalmente, tras unos minutos de confusión en los que la mujer se vio obligada a ir de un lado a otro del recinto, la intérprete de alemán pudo alcanzar su cabina y realizar su trabajo.

Tampoco los medios de comunicación se libraron del estricto marcaje de las fuerzas de seguridad y de los miembros de la organización ya que hubieron de conformarse con seguir de lejos incluso la llegada de los ministros a la recepción vespertina en el palacio municipal de María Pita, donde los 150 asistentes a la cumbre tuvieron ocasión de degustar un menú a base de pescado, vieiras y "productos de la tierra". Una cena que disfrutó sobre manera el ministro de Transporte alemán, Peter Ramsauer, encantado, según reconoció, de visitar Galicia "en un día primaveral". Y todo ello, pese a las bajas temperaturas reinantes.