Considera un error la decisión del Gobierno central de prohibir a los concellos endeudarse en 2011. Ni las entidades locales son las administraciones con más débito, al contrario, son las que menos, ni cortar la capacidad de pedir préstamos es una solución para sanear un sistema financiero que arrastra debilidades más allá de crisis puntuales. Así lo explica este experto en financiación local.

-¿De qué depende la buena marcha de la financiación municipal?

-Buena parte de los municipios han vivido una estrecha dependencia del ciclo de la actividad inmobiliaria. Habrá que profundizar en una reforma estructural para garantizarles unos ingresos más estables.

-¿Es lógico que casi el 75% del presupuesto se agote en gastos corrientes?

-Las haciendas locales son de servicios, por lo que sus gastos tienen un componente "corriente" muy elevado. Sólo se puede reducir mejorando la eficiencia, para lo que tendrán que establecer verdaderos planes de ajuste. Hay una cierta cultura de reclamar inversiones de otras administraciones, sin que luego puedan mantenerse por escasez de ingresos ordinarios del municipio. En concellos rurales es cosa sabida que los costes de personal absorben prácticamente el presupuesto ordinario.

-¿Es imprescindible endeudarse para invertir y avanzar?

-La deuda no es mala en sí misma; diría más, para algunas inversiones, con una vida útil larga, permite que se reparta el coste a través de las generaciones futuras. Otra cosa es que no se sigan estrictos criterios de ortodoxia financiera y la deuda tenga un componente excesivo de corto plazo. Esperemos que en ningún caso estén abocados a una situación "explosiva", es decir, que acudan ala deuda para pagar intereses.

-Galicia es de las que menos adeuda.

-De media, los ayuntamientos no son administraciones muy endeudadas, salvando excepciones como Madrid y, más lejos, Barcelona, Valencia, Zaragoza y Málaga. Dada la caída de ingresos, la tentación podría llegar por la vía de la deuda. El Gobierno central, de forma bastante torpe, unilateral e ineficaz, pretende cerrar ese camino.

-Ya en la etapa de Fraga se habló de fusión de ayuntamientos para ganar rentabilidad. Ahora se retoma. ¿Cómo lo ve?

-Creo que la vía de la fusión, aparentemente sencilla, no abriría más que hostilidades entre administraciones. Lo mejor es ir a una cooperación efectiva entre municipios, tipo intermunicipalidad, con transparencia. Más adelante se podría dar el paso de la fusión, una vez adquirida la cultura de la cooperación. Las mancomunidades son democráticas, pero sin gestión profesional. Los consorcios están mejor gestionados, pero son más opacos. Hay que incentivar a los concellos para que cooperen, diseñando mecanismos ya inventados por el ancho mundo.

-Además de cooperación y gestión en común, ¿qué otros caminos podrían seguir los municipios para ganar en rentabilidad?

-Debe clarificarse el marco competencial de los municipios. Deberían revisarse las participaciones locales en los ingresos centrales y autonómicos. Además, yo aconsejaría avanzar en la modernización de la gestión de servicios. ¿Por qué no hacer una reflexión sobre la oportunidad de incorporar tributos ambientales? E insisto: avanzar en la cooperación intermunicipal.