-El suyo es un trabajo a contrarreloj por la edad de los testigos de la dictadura. ¿Tiene fecha de caducidad?

-La memoria histórica es un asunto a largo plazo. Sin memoria no hay futuro. Trabajamos para que no se repitan acontecimientos pasados. La gente tiene que estar muy atenta a actuaciones que pueden tener cierto tinte fascista. Este es un trabajo de largo recorrido.

-¿Quién tiene más miedo a recuperar la memoria histórica: las víctimas o los represores?

-Las víctimas tienen miedo a que haya una reacción como la de entonces. La represión también se extendió a gente que participó en un acto público. Por este simple hecho, fueron asesinados. Los represores pensaban que tras 30 años de democracia, aquello era un asunto cerrado y que tenía el candado puesto. Conseguimos recuperar esa memoria e informar de quién era quién. Decir que Millán Astray no era un coruñés de pro o que Juan Canalejo era un dirigente fascista y que actuaba como los terroristas, molesta a los nostálgicos del franquismo.

-¿Hay miedo en la derecha a deslegitimar el franquismo?

-Sí. A Coruña es un caso especial. El PP de la ciudad y Unión Coruñesa son la extrema derecha dentro del Partido Popular. Actuaciones que se ven con normalidad en otros lugares, aquí no son admitidas. Por ejemplo, el PP en Oviedo no tiene problema alguno para retirar la estatua y la calle del teniente coronel Teijeiro. Aquí, todo lo contrario. Pediría al PP de A Coruña que se comporte como los partidos de derecha en Europa, que condenan el fascismo. A lo mejor son antifranquistas en la intimidad, pero es necesario que lo digan públicamente y actúen en consecuencia.

-La izquierda tampoco dio los pasos que esperaban las víctimas. La ley de memoria histórica dejó en el cajón muchas reivindicaciones, como la anulación de los juicios sumarísimos.

-Es una ley insuficiente pero supuso un cambio cualitativo respecto a lo que había. Por primera vez, aparece en una ley una condena expresa a la dictadura franquista, así como una serie de indicaciones sobre cómo ayudar a familias que buscan a sus desaparecidos o de promocionar la investigación. El grave problema es que no hay voluntad política para desenvolver esa ley .

-¿Qué aspectos se han quedado fuera de la ley de memoria?

-Uno de ellos, fundamental, es la anulación de todos los juicios. Otro es el compromiso por parte del Estado para exhumar todas las fosas. Hay más de 100.000 desaparecidos. En España hay más fosas que en Bosnia y cinco veces más desaparecidos que en la dictadura argentina. El Estado ha adoptado una actitud hipócrita en este asunto, actuando contra los crímenes de la dictadura argentina y ahora no permitiendo a Garzón investigar el franquismo. Hay dos varas de medir: a nivel internacional somos muy progresistas, pero cuando estamos en casa impedimos que un juez investigue estos crímenes.

-¿Debe asumir el Estado la exhumación de las fosas del franquismo?

-La ley de memoria histórica jugaba con la ambigüedad al hablar de colaboración. Pero ahora el Congreso aprobó una iniciativa por parte de IU y del PSOE para que la localización, exhumación de las víctimas sea asumido por el conjunto de las administraciones y por la Administración del Estado con carácter subsidiario en el caso de que por ejemplo la Xunta no lo asuma.

-¿Confía en que la Xunta emule los pasos dados por Aguirre para buscar a las víctimas del franquismo?

-Aquí no se va a investigar absolutamente nada porque no hay voluntad por parte del PP para abrir esas fosas. Eso lo coloca en una posición muy próxima a la extrema derecha. Los pasos que está dando la Xunta a día de hoy no van en la dirección de los avances en Madrid. Desde el proyecto Nomes e Voces para investigar los crímenes del franquismo, pidieron una subvención para continuar con ese trabajo y la Xunta le dio el 10% de lo presupuestado. Eso indica que la Xunta no está por la labor de potenciar este tipo de investigación.

-PSdeG e BNG acusan a la actual Xunta de frenar el proceso de recuperación de la memoria histórica, pero el bipartito tampoco hizo los deberes durante su mandato, que acometió un par de exhumaciones y ya cuando estaba en funciones.

-Toda política de memoria puede ser mejorable. Lo que pasa es que los aspectos positivos superaron los negativos. Ante un tema paralizado, el bipartito declaró el Año de la Memoria en 2006. Luego llegó el recorrido del barco de la memoria, un centro de documentación y exposición permanente en la illa de San Simón... Y en noviembre de 2008 la Xunta aprobó una ley para asumir las exhumaciones. Había una voluntad expresa de apoyo y subvenciones a todas las asociaciones. Cuando llegó el PP, todos esos avances, fueron paralizados. Ahora estamos en retroceso. Por eso hoy nos reuniremos en Santiago los colectivos de la memoria histórica para concretar esas reivindicaciones.

-¿Qué es más prioritario: investigación o recuperación de los restos de los desaparecidos?

-Las dos cosas tienen que estar relacionadas. No se trata de ir a un sitio, levantar los cadáveres y ya está. Lo fundamental es que haya un reconocimiento de las víctimas y en esos lugares de represión, un recuerdo y homenaje. No se trata de exhumar por exhumar, que resulta muy llamativo y da publicidad, sino que hay que hacer un trabajo serio. Lo que hoy haremos en Aranga será homenajear a las víctimas y visitar los lugares.