Será como el regreso del hijo pródigo. Antón Louro, que nunca dejó de ser el referente del PSdeG en Pontevedra, desembarcará de nuevo en la primera línea política de la ciudad, ésta vez como cabeza de cartel en las próximas elecciones municipales de 2011. Pero para ello ha de dejar atrás el traje de delegado del Gobierno al que tan bien se había amoldado y al que consiguió sacar lustre en tan solo quince meses. La proyección política que le brinda su actual puesto le servirá de paracaídas en la aventura que emprende hacia la Alcaldía, un camino no exento de riesgos pero que recorrerá con un amplio bagaje político a cuestas.

Ha sido alto cargo en la Xunta de González Laxe, concejal en el Ayuntamiento de Pontevedra y ahora máximo representante del Gobierno en Galicia. Pero además ha ocupado escaños en el Parlamento gallego y en el Congreso y todo eso sin abandonar nunca su papel activo en la vida orgánica del PSdeG-PSOE.

Y todas estas etapas las ha recorrido sin granjearse enemigos, con un talante conciliador y pacífico que le ha valido el respeto y la admiración de sus compañeros de partido. Pero además de cara a la ciudadanía su imagen es impecable: ningún escándalo, ninguna metedura de pata sonada y una imagen seria, aunque quizás un poco distante, precisamente una de las asperezas de su carácter que deberá limar para conquistar a los votantes de Pontevedra.

A pesar de los fuertes lazos que lo unen a la ciudad del Lérez, Louro nació hace 58 años en A Costa da Morte, en Carnota. En su curriculum se incluye el título de Ciencias Químicas, pero además es experto en dirección y gestión de proyectos culturales, unos conocimientos que lo llevaron precisamente a ocupar su primer cargo público en la Xunta como subdirector xeral de Cultura durante el Gobierno de Laxe.

Pero Louro se curtió dentro del engranaje interno del PSdeG, donde llegó a ser secretario de Organización, convirtiéndose así en el número dos de Emilio Pérez Touriño. Sin embargo, este tándem no cuajó y, con tierra de por medio, Louro se marchó para Madrid donde se convirtió en el coordinador de los diputados gallegos en el Congreso y más adelante en presidente de la Comisión de Fomento. Su trabajo en la capital española le granjeó el apoyo del ministro José Blanco que fue su principal adalid para dar el salto a la Delegación del Gobierno en abril del año pasado.

Los socialistas habían perdido las elecciones en Galicia y en España la crisis estaba mermando la credibilidad del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Necesitaban, no a un mero cargo institucional, sino a un hombre con perfil político que apuntalase al PSdeG en una institución clave. Louro cumplió con méritos esta tarea. Nunca el delegado del Gobierno tuvo tanta proyección. Fue la voz del Ejecutivo de Zapatero en Galicia sin dejar nunca de lado su participación en la vida orgánica del PSOE de Pontevedra.

Pero ahora Louro deberá abandonar la comodidad de un cargo hecho a medida y lanzarse al vacío para conseguir la Alcaldía de Pontevedra. La disciplina de partido ha ganado la batalla a la ambición política.