El juicio por la desaparición del empresario ourensano Guillermo Collarte, ocurrido hace once años, comenzó ayer en Valença Do Minho, con jurado popular a petición del Ministerio Fiscal portugués. Una de las deducciones expuesta es que bastaron los seis minutos que dejaron solo a Collarte frente a un terreno de Valença para que desapareciese y nunca más se supiese de él.

El juez que presidió el juicio en su primer día de desarrollo, precisó que se imputa un crimen de secuestro "por haberlo introducido en un automóvil en contra de su voluntad" a José Gerardo T. A., y a Luís S. L., ambos socios de Collarte, José L. R., gestor administrativo de la sociedad del desaparecido y ex concejal del CDS de Valença, que no se presentó al estar gravemente enfermo y a Vítor Manuel D. B., presunto raptor del industrial, con historial delictivo por atracos a bancos.

El magistrado expuso el primer rapto de que fue objeto el industrial el 12 de agosto de 1998, cuando dos individuos lo introdujeron en un coche de matrícula portuguesa, le taparon los ojos y circularon por caminos, en Patos (Nigrán), mientras le exigían el pago de 150 millones de pesetas en un plazo de diez días, amenazándolo de muerte si no lo cumplía.

En su conversación con Collarte, le dijeron que conocían a su familia, sus negocios y extendieron sus amenazas a su hija y nietos. Antes de abandonarle en un camino, le instaron a guardar silencio, algo que Collarte intentó hasta que su angustia le llevó a contarlo a su yerno 48 horas después de haber sucedido. Aunque la Guardia Civil le advirtió de que no contase nada a su socio Luís S. L. "porque tenía prevenciones sobre él", Collarte, debido a su delicado estado de salud y de ánimo, le contó lo sucedido y el socio se brindó a negociar con los raptores.

Collarte contó a la Guardia Civil el día que iban a negociar para lo cual su socio tenía que recibir una llamada. Los agentes desviaron las llamadas y trasladaron al socio a la casa de Collarte. Dijeron "el tema está terminado". La llamada no se produjo y no hubo negociación.

Durante dos meses y medio Collarte y su familia tuvieron vigilancia policial. Desde entonces cambió su vida. Siempre salía acompañado de policía, al igual que su hija y sus nietos. El industrial ourensano vivía tan atemorizado que le acompañaban para ir de un piso a otro, en la vivienda familiar.

El 5 de octubre de 1999 tenía una reunión en Valença con sus socios. El día antes le acompañó su mujer, en autobús, hasta Patos, para poder descansar, tomar su medicación (mañana y noche) y acudir al día siguiente a la reunión. Le acompañó su socio José Gerardo T. A. hasta la oficina de Valença, donde estaban Luís S. L., y M. (un constructor que recibió 19 millones de escudos por la certificación de una obra). Sobre las doce del mediodía, el gestor administrativo José Luís R., propuso a Collarte ir a ver un terreno, donde, según le dijeron, había un litigio de lindes. Los dos solos fueron hasta el lugar. Al llegar, el gestor dijo que era necesario ver unos planos que tenía en su coche. Tardó 6 minutos y Collarte ya no estaba.

Durante cuatro horas del juicio que arrancó ayer en Valença, dos durante la mañana y otras dos por la tarde, Berta Collarte, hija del desaparecido, prestó declaración y respondió a todas las preguntas que le formularon el tribunal y los abogados. Antes de entrar en la sala manifestó que estaba allí con el único deseo y esperanza de encontrar a su padre, ya que se considera oficialmente desaparecido. "¡Quiero que se haga justicia para poder pasar página!", proclamó Berta Collarte.