El alcohol sigue siendo la gran lacra de la accidentalidad en las carreteras gallegas. Ni la reforma penal de 2007 que castiga con penas de cárcel a los conductores con una tasa superior a 0,6 ni las campañas de la DGT son suficientes para atajar el número de alcoholemias positivas en Galicia. Entre enero y noviembre de este año, la Agrupación de la Guardia Civil de Tráfico en Galicia realizó un total de 708.000 test de alcoholemia, de los que 11.700 dieron positivo. O lo que es lo mismo, más de mil al día. La mayoría (86,3%) se enfrentó solamente a una multa.

Pero el dato que realmente preocupa a la DGT es la cifra de gallegos que acaban ante un juez por un presunto delito de alcoholemia. En lo que va de año, 1.600 conductores gallegos pasaron a disposición judicial por este motivo, lo que supone una media de cinco automovilistas en el banquillo de los juzgados gallegos por conducir ebrios.

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A la vista de los resultados de las pruebas de alcoholemia practicadas en lo que va de año y en 2009, se puede concluir que ni la multa ni los trabajos en beneficio de la comunidad disuaden a los más temerarios al volante. En un año, el número de alcoholemias positivas apenas se ha reducido un 0,2% -del 1,8% registrado en 2009 al 1,6% entre enero y noviembre de este año-. Y en el caso de los conductores que se enfrenan a la cárcel por conducir con una tasa de alcohol superior a 0,6, el descenso es del casi siete puntos -18% de los positivos detectados en 2009 al 13,7% de los cazados este año-.

Aunque el binomio alcohol y juventud persiste y preocupa a la DGT, campaña tras campaña los resultados demuestran que el perfil del conductor ebrio en Galicia es diferente. La mayoría de los positivos detectados en la comunidad gallega tienen detrás a un varón de más de 40 años y que confía en sus facultades físicas incluso cuando el alcohol las ha mermado seriamente. Y por eso prefiere ponerse él volante, antes de que lo hagan otros. Los entornos urbanos son las zonas clave para interceptar a la mayoría de conductores que se ponen al volante con una copa o cerveza de más.