Más de tres años en busca de los responsables de los incendios que cada verano se suceden en la costa de Dexo (Oleiros) y los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) del distrito número 2 de Betanzos todavía no tienen pistas suficientes que conduzcan hacia el culpable y ni siquiera saben las motivaciones. El pasado domingo a las 07.30 horas un nuevo fuego de unos 200 metros cuadrados afectaba a la zona. En esa jornada el guardia civil Antonio Romero y su compañero José Antonio González se trasladaron con sus motos al lugar del incendio e hicieron unas fotos de la zona, pero en un fin de semana adverso con otros 14 fuegos en la demarcación de A Coruña y el área metropolitana no dio tiempo a más.

Esta semana volvieron a la zona a marcar el punto de inicio y el avance de las llamas teniendo en cuenta que el viento soplaba ese día del sureste, aunque "no fue determinante en la propagación de las llamas". Todos estos datos recabados los hacen constar en un informe para contribuir a la investigación.

"La reincidencia en un espacio protegido por la Red Natura como este nos hace sospechar que el incendiario puede ser alguien a quien le afecta la prohibición de urbanizar", explica Romero, quien matiza que "no hay nada claro" y es muy difícil probar las hipótesis barajadas cuando se trata de "mecherazos" en las cunetas y desde varios puntos. "Estos casos son muy complicados de demostrar si no hay testigos, por falta de pruebas", insiste.

El agente recuerda como excepción a la tónica general el caso de un brigadista vecino de Vilarmaior que detuvieron in fraganti usando coches camuflados el pasado septiembre cuando huía del fuego que acababa de prender. El detenido intentaba alargar la campaña ante el cese de contratos provocando algunos incendios.

El verano pasado un fuego en esta misma ubicación de Oleiros arrasó 30 hectáreas pero ahora, salvo algunos troncos quemados, apenas quedan restos debido a "la rápida regeneración de los eucaliptos jóvenes".

Cinco agentes del equipo, junto con José Antonio González, que de forma voluntaria viaja desde Madrid como apoyo para la campaña de este verano, se coordinan cada día e intentan hacer varias guardias en los puntos quemados los últimos días o acuden al monte Xalo, donde se ve toda la demarcación, por si avistan una nueva humareda.

Este equipo del Seprona se encargan sobre todo de las labores de prevención y concienciación, mientras que sus compañeros de Lumes se centran en la investigación posterior al incendio. Hasta ahora su principal tarea era controlar que las quemas autorizadas se realizasen cumpliendo todas las medidas de seguridad: que haya agua cerca, que los rastrojos estén amontonados y que el propietario de la finca no deje nunca sola la quema por riesgo a que se propague por una ráfaga de viento o un descuido. Según Romero, este último es el requisito que más se incumple porque "la gente es muy confiada y piensa que no va a pasar nada".

Durante la campaña de incendios que comenzó el viernes y se prolongará hasta finales de septiembre, estas prácticas estarán prohibidas pero "muchos se saltan la norma". Ante estos casos, los agentes abren un informe-denuncia de la situación que remiten a la Consellería de Medio Rural y a la Fiscalía de Medio Ambiente para que tomen las medidas judiciales pertinentes. De la zona que controlan, destacan que en el municipio coruñés de Aranga son muy frecuentes las quemas sin control "a altas horas de la madrugada" para escapar de la vigilancia.