Los que creían que la reaparición de la lluvia en Galicia pondría fin a la terrible ola incendiaria que vive la comunidad se equivocaron. La de ayer no fue una jornada tranquila para los equipos de extinción, que tuvieron que intervenir en al menos una docena de fuegos en distintos puntos de la comunidad. La provincia de A Coruña fue la única en la que no hubo actividad incendiaria mientras que en las otras tres el temporal no evitó que siguiera ardiendo el monte. El fuerte viento que se registró durante gran parte del día, de hecho, incluso contribuyó a alimentar y avivar las llamas de algunos focos activos, complicando si cabe aún más las labores de extinción. En total, según los datos facilitados por la Consellería de Medio Rural, 11 focos diferentes arrasaron ayer unas 545 hectáreas.

Pese a las expectativas generadas por la previsión de lluvia la situación fue tan complicada que la Xunta incluso tuvo que declarar durante dos horas el nivel de alerta 1 -que se activa cuando la proximidad del fuego a zonas habitadas puede hacer necesaria una evacuación- en dos incendios registrados en Outeiro de Rei y en Ribeira de Piquín.

La situación mejoró por la tarde cuando las lluvias que habían afectado por la mañana a la franja atlántica se extendieron a la provincia de Ourense pero, aún así, Medio Rural informó en su último parte del día de que aún quedaban siete focos sin extinguir: seis de ellos controlados y uno activo, el de Ribeira de Piquín. Pese al cambio meteorológico, la Xunta recordó ayer que mantiene la prohibición de realizar quemas controladas bajo pena de sanción.