La noche del 20-N será el segundo asalto, tras las municipales de mayo, para las autonómicas gallegas inicialmente previstas para 2013. En ese partido, PP, PSdeG y BNG se juegan el estado con que afrontar el asalto a San Caetano y en todas revolotea la idea de un posible adelanto electoral por parte de Alberto Núñez Feijóo, sospecha que el presidente de la Xunta eludió despejar esta semana. Los partidos gallegos ya se encuentran en fase de efervescencia por la cita con las urnas, cada una con sus propios retos

. El PP. "Está en su mejor momento". Así de rotundo se explica un miembro del PSdeG en privado. Sin embargo, los populares sí se juegan algo. Por un lado, las encuestas muestran un terreno favorable a un Rajoy que mañana vuelve a Galicia y que en campaña visitará Vigo, pero su objetivo es la mayoría absoluta y ningún escaño es despreciable para poder evitar quedarse al borde de los 176 diputados en el Congreso.

El PP alcanzó hace cuatro años 11 parlamentarios en Galicia, uno más que los socialistas. Su secretario de Organización, Alfonso Rueda, ha cifrado su objetivo para el 20-N: lograr cuatro diputados más que entonces. De alcanzar quince escaños, rozaría el nivel de 2000, cuando los populares lograron una última mayoría absoluta que permitió gobernar a José María Aznar con Rajoy de vicepresidente.

Sin embargo, el aporte numérico en votos también pretende ser un golpe en la mesa por parte del PP gallego, que recuerda que fue en Galicia donde comenzó a despegar el partido tras la victoria de Feijóo sobre el bipartito. Desde entonces, su ascendiente a nivel estatal fue creciendo. Ahora el panorama ha cambiado. Tras las municipales de mayo, la marea azul de los populares ha permitido el florecimiento de nuevos mirlos blancos y, por tanto, dura competencia en el reparto de poder de un futuro gobierno de Rajoy, como María Dolores de Cospedal o el propio Alberto Ruiz-Gallardón. Las quinielas se multiplican, pero son las propias voces dentro del PP de Galicia las que evidencian la dificultad de colocar a un ministro en Madrid. "No es tan importante situar a un ministro. Quizás acabe siendo más importante un secretario de Estado si tiene capacidad de inversión", explican fuentes internas del PP. El resultado en Galicia marcará el peso de la alforja con que Feijóo medirá su grado de influencia sobre un hipotético gobierno amigo.

. PSdeG. La oposición vive la cita electoral como el partido de ida de una final que se concretará en las autonómicas y más pendiente de su situación interna. "Mantener los 10 diputados sería un gran resultado, quedar por debajo de ocho sería un muy mal resultado", admite un dirigente socialista, que apunta como colchón para mitigar su probable pérdida de apoyos "la recogida de votos por el lado del BNG.

El PSdeG reconoce de puertas adentro las escasas posibilidades de victoria de Rubalcaba. Su líder, Manuel Vázquez, trata de inyectar optimismo y busca la movilización de las bases de su formación. Su objetivo es al menos superar los resultados a nivel estatal, algo que logró ya en las pasadas municipales pese a perder feudos como A Coruña y Santiago.

Una dificultad añadida es la situación interna. Al PSdeG le ven las costuras, como mostró el pulso de la dirección para imponer a Carmela Silva, mano derecha del alcalde de Vigo, Abel Caballero, la renuncia a su cargo de concejal para liderar la candidatura en Pontevedra, algo que no se produjo, el portazo de Elena Espinosa por no ser número uno en Ourense tras un duro pulso para elaborar las listas electorales.

El resultado aplacará o acentuará esas tensiones y marcará el poder de los candidatos a ser cabeza de cartel en las autonómicas. Todas las voces vinculan el futuro del partido a la decisión de José Blanco, pese a que Vázquez sostiene que éste no tiene en su "horizonte" la política gallega. "Blanco es el mejor candidato que tenemos. Su decisión de venir o no marcará el futuro del partido, sobre todo ante esa idea de un posible adelanto electoral. Si el resultado es muy negativo, se evidenciará la necesidad de un cambio en la dirección. A Francisco Caamaño aún le falta recorrido en el partido", explica un dirigente.

. BNG.. Los nacionalistas temen este escenario polarizado, con el paro como eje central y la decisión de abandonar las armas de ETA como aglutinadores del discurso. Las encuestas indican que peligran sus dos escaños en el Congreso, especialmente en Pontevedra. En caso de perder los dos representantes, no solo recibiría un duro golpe a nivel político, sino también a nivel económico, perdiendo una parte fundamental dentro de su financiación.

En clave interna, el debate sobre el futuro de la formación entre UPG, Máis Galiza y los irmandiños se pospuso a comienzos de año tras el adelanto electoral. "El riesgo de la escisión de algunos irmandiños de Beiras es evidente, pero esperamos aguantar al menos en A Coruña", comenta un miembro de la dirección nacionalista, días después de que el propio Beiras se desmarcase de la elección de candidatos para las generales porque no su formación no había sido consultada. El resultado añadirá leña a la Asamblea Nacional en la que una parte del BNG exige su "refundación" mientras otra trata de apaciguar sus exigencias.