La inauguración de la primera línea del AVE en Galicia fue también una despedida. El ministro aprovechó para decir "adiós", puesto que solo quedan doce días para la toma de posesión del nuevo Gobierno del PP, y donde antes le habían llovido críticas, ayer le regalaron palabras de reconocimiento y gratitud. Tanto el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, como los alcaldes populares enterraron el hacha de guerra y admitieron con más o menos énfasis los méritos de José Blanco en su empeño por impulsar la alta velocidad en Galicia.

El acto de ayer fue un bálsamo a los últimos días de gestión de Blanco, marcados por su implicación en la operación Campeón, que ha sido derivada al Tribunal Supremo para que investigue si el ministro cobró dinero a cambio de favores políticos. Pero ayer esta trama no enturbió la inauguración del primer tramo del AVE gallego y todo fueron sonrisas.

No fue solo su despedida como ministro en Galicia, tal y como él mismo se encargó de recordar durante sus discurso, sino también la que puede que sea una de sus últimas intervenciones desde la primera línea política, puesto que ha decidido pasar a un segundo plano y limitarse a su tarea como diputado del PSOE por Lugo en el Congreso.

El ministro se mostró orgulloso por poder estrenar la alta velocidad en la comunidad autónoma e incluso se mostró nostálgico al recordar a su padre que trabajó en Renfe como operador de maquinaria pesada.

En un día que calificó de "histórico" no admitió preguntas a la prensa pero si recorrió los vagones del tren Avant que prestó el primer servicio de alta velocidad entre A Coruña y Ourense saludando a todas las personalidades invitadas a la inauguración y los medios de comunicación.

El tren circuló a plena capacidad en este primer viaje inaugural, que partió de A Coruña, donde Blanco y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo descubrieron una placa conmemorativa. En Santiago realizó una breve parada donde se subieron los alcaldes de Santiago, Lalín, además de varios diputados y otros invitados.

La mayor expectación se generó en Ourense, al final del recorrido, donde grupos de viajeros se agolparon en el andén para recibir y fotografiar con sus móviles el primer viaje de un AVE gallego y el último de Blanco como ministro de Fomento.