"Si te preguntaba: '¿cuánto tiempo voy a estar aquí ingresado para esta prueba?' y tú le decías '24 horas', a las 24 horas hacía la maleta y se marchaba, que fue lo que me pasó con él", relata Alfonso Castro Beiras, el que fue cardiólogo del expresidente de la Xunta durante toda su estancia en Galicia. "Lo ingresamos por el marcapasos y, de pronto, a las 15.00 horas, me dicen: 'Que el señor Fraga se va'. Él argumentó: 'Usted me dijo 24 horas. Ingresé a las tres de la tarde de ayer,y son las tres, ya han pasado las 24 horas'. Tenías que andar con un cuidado... Yo aprendí a ser muy preciso en el lenguaje", asegura el facultativo.

Era muy racional. Y "como paciente era muy paciente", recuerda el que durante años se encargó de velar por la salud del corazón del fundador del PP. "Estabas haciendo algo y decía: 'Me duele'. Tú le respondías que esperase un momentito y él contestaba: 'No, si no lo digo porque no me tenga que doler, lo digo para informar'".

No tenía tanto genio como parecía. "Al menos en la cercanía, seguramente para lo otro sí", asegura el cardiólogo, que se suma a la lista de quienes ponen a Fraga como ejemplo de que no todo el mundo es como parece. O no siempre. "En el trato privado, al menos conmigo, era muy cercano", recuerda el médico, y asegura que, durante el ingreso en que le fue implantado un marcapasos, el fundador del PP "tuvo una empatía especial" con los médicos que le cuidaron: "Era una persona entrañable". El cardiólogo recuerda a Fraga como "un paciente fácil" porque "obedecía a lo que se le decía y era disciplinado". "Obligaba a ser riguroso en los planteamientos, porque él lo era también", apunta Castro Beiras, y asegura tener un "excelente recuerdo" del expresidente de la Xunta "como paciente y como persona".

Pese al "trastorno eléctrico" que obligó a ponerle un marcapasos en 2003, el presidente honorífico de los populares "tenía buena salud", cuenta Castro Beiras: "Llegó a una edad longeva con una actividad frenética, como todos sabemos. Dormía pocas horas y madrugaba mucho. Decían que comía mucho... Era un hombre de otra época, de otra cultura. Hoy ya está más instalada la cultura de hacer ejercicio y la dieta saludable, y él se había incorporado a ella ya al final. Y casi obligado".

Pero "era un hombre listo que sabía cuidarse", matiza el médico. Al margen de que no se rigiese por los patrones, hoy más extendidos, que los especialistas defienden como saludables, no incurría en prácticas dañinas para su salud, explica Castro Beiras: "Prácticamente no había fumado... No tenía hábitos nocivos para la salud, salvo si es un hábito nocivo el trabajar".

Guardián durante años del pulso del 'León de Vilalba', Castro Beiras era consciente de las peculiaridades de la personalidad de su paciente: "Es uno de esos personajes difíciles de repetirse. Habrá otros mejores o peores, pero como él, difícil. Son singulares; por sí mismos se representan a sí mismos y son toda una época y un estilo. Al final yo creo que son prisioneros de su propia imagen, de su propio personaje. Son al final un personaje que ya camina solo. Él ya estaba obligado a seguir. Tenía que ser Fraga".