Algunos periodistas argentinos suelen bromear con que su presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, devenida en bestia negra del Gobierno español por la expropiación de YPF, nació con 22 años. La chanza se debe al celo con el que la dirigente argentina evita toda referencia a su familia paterna, los Fernández, de origen gallego, así como sus humildes años de infancia y adolescencia.

"Quienes conocen esta oculta etapa de la vida de Cristina aseguran que sentía vergüenza de sus progenitores, en especial de su padre, Eduardo Fernández, al que ella jamás menciona y que es un tema tabú en el entorno de los Kirchner", se asegura en un reportaje de investigación publicado en el periódico bonaerense Perfil, una publicación a la que el Ejecutivo argentino castigó sin publicidad oficial por su visión crítica.

"La presidenta ha evitado siempre hablar de su familia paterna y de su infancia. Pero hay una figura en especial que ni siquiera menciona y que oculta en su álbúm íntimo: su padre, Eduardo Fernández, un simple conductor de autobús, que se casó con la madre de Cristina cuando ésta tenía ya dos años de edad", afirmó el medio argentino Tribuna de Periodistas. "Cristina Kirchner buscó reinventar su historia, obviando parte de su pasado. Si por ella fuera, su vida arrancaría a los 22 años", añade.

Para gran disgusto de los fanáticos peronistas que al hilo del conflicto entre España y Argentina por la expropiación de la filial de Repsol inundan las paredes de Buenos Aires con pintadas ofensivas contra los "gallegos", sinónimo de español en América Latina, Cristina Kirchner sí tiene auténtica sangre gallega en sus venas. De la profunda Galicia rural. Su abuelo paterno era Pascasio Fernández, nacido en 1862 en la aldea lucense de Vilarxubín, en la zona montañosa de A Fonsagrada, que emigró muy joven a la ciudad argentina de La Plata, donde llegó a regentar un tambo, como se denomina en lenguaje coloquial criollo a las modestas posadas para carreteros y viajeros que transportan animales, que en muchos casos ofrecían también servicios propios de un prostíbulo.

Cristina Fernández nació el 19 de febrero de 1953 en el suburbio de un suburbio. Un humilde caserío fue el escenario de la infancia de la segunda mujer que llegó al poder en Argentina y que atesora una de las grandes fortunas de Latinoamérica. El prestigioso periodista Carlos Pagni escribió la víspera de su nombramiento como presidenta un extenso informe biográfico en el diario bonaerense La Nación en el que se detenía en la oscura laguna de esos primeros tiempos. "Se sabe poco del tiempo transcurrido en ese entorno. ¿En qué infancia no hay un misterio? Cristina contribuyó a crear el suyo con un cuidadoso silencio sobre aquellos años iniciales de los que apenas llegan algunas fotos: al año, soplando la velita; a los nueve, vestidita con el traje de danzas. Ni el nombre de la escuela primaria se sobrepone a esa edad oscura.

La madre fue el eje de esa casa. En cambio, papá Eduardo fue un conductor de autobús ausente que se integró a la familia cuando Cristina tenía dos años y estaba en camino su hermana, Giselle. Entonces se formalizó el matrimonio. Eduardo Fernández murió en 1982. Con su hija Cristina tuvo siempre poco diálogo y escasas manifestaciones de afecto, dice alguien que lo conoció", afirma Pagni. "Los amigos del instituto, el primer novio, quienes la conocen de antaño, subrayan la energía que puso siempre Cristina en silenciar aquel pasado, en no hablar de la familia, en no franquear la intimidad de esa madre enérgica, de ese padre intermitente. Hasta para los más compinches la penumbra de esa casa estuvo vedada, según cuentan testimonios de amigos que conocieron a Cristina en aquellos tiempos adolescentes. Sus antiguas compañeras de colegio coinciden en lo mismo: ´Nunca íbamos a su casa, no nos invitaba, nos recibía en la puerta", añade el periodista de La Nación en su ensayo biográfico sobre Cristina Fernández.

En un reportaje titulado Eduardo Fernández: La historia prohibida, publicado en Tribuna de Periodistas, se va más allá en las posibles razones de ese tabú. "La presidenta electa ha evitado siempre hablar de su familia y de su infancia. Pero hay una figura que ella ni siquiera menciona, y oculta en su álbum íntimo: su padre, Eduardo Fernández, de origen gallego. Detrás de la historia simple de un chófer de autobús se esconde una relación conflictiva entre padre e hija, una situación que muchos aseguran que estaría vinculada al hecho de que no sería realmente el verdadero progenitor de la actual presidenta de la nación", aventura el periodista argentino Carlos Forte. En este reportaje se mencionaban las presiones que habría recibido desde la Casa Rosada un conocido periodista para que eliminase de la biografía que preparaba sobre Cristina Fernández los crecientes rumores de que su padre legal, Eduardo Fernández, no era en realidad su padre biológico. "Hay una pieza clave en el rompecabezas familiar que Cristina parece querer mantener en el más secreto olvido: la de su padre, Eduardo Fernández. Solo permitió que contaran que era un chófer de autobús, devenido luego en accionista de una empresa de transportes, que falleció en 1982. Y no más. Tampoco nunca nadie había publicado hasta ahora una foto suya. ¿Por qué tanto hermetismo alrededor de la historia de un hombre común? ¿Qué es lo que motiva tanto misterio?", escribió el periodista Carlos Forte en el semanario Perfil, en un reportaje en el que se publicaron las primeras imágenes del padre de Cristina Fernández, celosamente vedadas hasta ese momento.

"Cristina tenía una relación distante con el padre. Ella y su madre lo ignoraban, y todos aceptaban eso.Pero pocos explican las circunstancias especiales que hicieron que las cosas se dieran de esa manera. Ofelia quedó embarazada de Cristina cuando estaba de novia con Fernández. Eso resultaba un escándalo para la época, que no se resolvió hasta que la pareja formalizó su situación, recién cuando su hija cumplió cinco años. Ese era un tema tabú en la casa. Pero aunque todos intentaban evitarlo, estaba siempre presente. Ofelia jamás pudo olvidar la soledad de esos primeros años con su hija. Cristina jamás pudo superar la sensación de que su nacimiento no había sido programado", relató a Carlos Forte un familiar.

"Cristina renegaba de su familia. A veces siento que le daban vergüenza. Le molestaba el barrio humilde donde vivían y la simpleza de su padre. Por eso a partir de la adolescencia comenzó a construirse a sí misma, e intentó despegarse de su pasado", comenta un íntimo amigo en el reportaje de Perfil. Algunos amigos todavía recuerdan lo que le costó convencer a Fernández padre para que se hiciera socio del exclusivo Jockey Club de La Plata. "Eduardo no quería, le parecía algo fuera de lugar". Finalmente accedió, pero jamás pisó el club.