Los aviones que descargan el agua sobre los incendios forestales solo provocan consecuencias positivas: apagan el fuego que amenaza con quemar todo lo que encuentra a su paso. Eso es al menos lo que se creía hasta ahora. Pero un estudio realizado por la bióloga gallega Alejandra Couto, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), desmiente que todo sean efectos beneficiosos. Los productos químicos que, mezclados con el agua, se emplean en la extinción de los incendios dejan secuelas sobre el suelo, la vegetación y los árboles.

La investigación, que forma parte de la tesis doctoral de Alejandra Couto, es la primera que se realiza en Galicia sobre los efectos que tienen las sustancias químicas que se usan para potenciar los efectos del agua en los incendios. Los retardantes se aplican vía aérea y comenzaron a utilizarse en los años 30 en Estados Unidos. En Galicia se han usado, por ejemplo, en el incendio de Laza, en Ourense, en 2010.

"Sabemos que los incendios forestales tienen efectos sobre las características físico químicas del suelo, la materia orgánica y los nutrientes, los microorganismos y la vegetación, pero es necesario, a raíz del empleo frecuente de los retardantes en la extinción, conocer con el mayor detalle posible, tanto a corto como a largo plazo, la toxicidad de dichos retardantes y su impacto ecológico", explica Alejandra Couto.

El estudio se realizó en una zona de Tomiño (Pontevedra). Allí se extinguió con retardantes de llama una quema experimental en la que se tomaron las máximas precauciones ambientales, se seleccionó un área de bajo interés ecológico, se quemó solo la superficie imprescindible -500 m2- y se evitó la temporada de cría de la fauna silvestre. Como el objetivo de la investigación era tener datos a largo plazo, el estudio se ha extendido durante los últimos cinco años.

Alejandra Couto seleccionó los tres agentes retardantes que más se utilizan en España y en la cuenca mediterránea para potenciar los efectos del agua en la extinción: el polifosfato amónico, el firesorb y el agente espumante. Si el fuego está en las partes altas de los árboles se lanza el retardante y si el incendio se encuentra en la parte baja del monte, espumante.

"Hemos observado que de los tres productos el que tiene menos efectos tanto sobre el suelo como sobre la vegetación es el espumante", sostiene Alejandra Couto.

"El firesorb derivó en una mayor mortandad de pinos y el polifosfato amónico, producto químico compuesto de nitrógeno y fósforo, tiene efectos fertilizantes a largo plazo que benefician a algunas especies, como los toxos", explica.

Sin embargo, a corto plazo "tienen efectos tóxicos sobre la germinación de las semillas, por lo que perjudica a las especies que no pueden rebrotar de cepa, e incluso puede derivar en la eutrofización (aporte masivo de nutrientes inorgánicos en un ecosistema acuático) de las aguas, con graves perjuicios para su uso humano (abastecimiento, actividades recreativas) y los organismos acuáticos", explica.

Los expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas sugieren que los responsables de los programas de extinción de incendios deben tener presente, ante la creciente incorporación de agentes extintores y retardantes de llama en las tecnologías de combate de los incendios forestales, que estos tienen repercusiones sobre los suelos y la vegetación.

Por ello, inciden en la importancia de tener en cuenta "los argumentos científicos que hay en torno a los efectos de los agentes extintores en la toma de decisiones sobre cómo, cuándo y dónde emplear estos compuestos".