Francisco Rodríguez, alcalde de Ourense implicado en una investigación sobre corrupción política, mantuvo ayer su pulso al PSOE y tampoco dimitió. Además para evidenciar que su actitud no es personal, reunió a buena parte de la agrupación local del PSOE, integrada por concejales y notables militantes, que refrendó su confianza en el regidor, al tiempo que le pidió que no dimita, pese a estar imputado de los cargos de prevaricación y cohecho por su implicación en la operación Pokemon.

Rodríguez fue incluso más allá en su enfrentamiento con la dirección de su partido al anunciar que mañana se celebraría una asamblea local, para que sean los 700 militantes -también esta vez mayoritariamente afines al regidor- los que decidan si debe presentar la dimisión.

La celebración de esta reunión de la Ejecutiva local del PSOE tuvo lugar en un conocido restaurante ourensano, dado que se trataba de una cita que "rayaba la ilegalidad", según fuentes del PSdeG, al ser el presidente de esta ejecutiva el propio Francisco Rodríguez, quien está suspendido de militancia.

El regidor defendió su inocencia y explicó que durante las más de tres horas que duró la reunión trató con integrantes de la ejecutiva local cómo garantizar la gobernabilidad del ayuntamiento, pese a que ya no cuente con el respaldo de su socio, el BNG.

Casi al mismo tiempo que la ejecutiva local socialista apoyaba sin fisuras a Rodríguez, se reunía la ejecutiva provincial del mismo partido -aunque en este caso en sintonía con Pachi Vázquez- para avalar la decisión de Ferraz de suspender de militancia al todavía regidor. Las dos citas evidencian la ruptura que vive el socialismo ourensano.

Pese a su rechazo a dejar el cargo, Rodríguez sí dejó abierta la puerta a un abandono de la Alcaldía que no de la política. Así aseguró que "la presión política" a la que está "sometido" puede poner en peligro este proyecto socialista" y por eso pidió a a su ejecutiva local que le ayude "a buscar la fórmula de gobernabilidad más adecuada para mantener un programa y un gobierno socialista, aunque sin mi presencia en la Alcaldía".

Esta fórmula podría pasar por la vía Boqueixón, es decir, dimisión como alcalde pero garantizando su continuidad en la corporación como concejal. Sin embargo, el BNG ya había descartado esta opción, por lo que el grupo socialista debería gobernar en minoría. En la actualidad tiene once concejales, los mismos que el PP, por tres del grupo nacionalista y dos de Democracia Ourensana.