En Seadur, una pequeña aldea del concello ourensano de Larouco de apenas un centenar de vecinos, se vive del vino y de una orografía caprichosa. "Esta aldea no es como otra, aquí una alerta por un incendio es más seria que en otro lugar", dijo una vecina en su llamada de alerta al 112. Un fuego, que ayer quedó controlado, ha convertido en desolación y cenizas la mayor parte de sus lomas. Algunas vides también amarilleaban ayer bajo el monte teñido de negro. En el curso de la montaña de Valdeorras serpenteada por el Sil, un incendio voraz avivado por rachas y cambios de viento y las altas temperaturas ha dejado una cicatriz de 500 hectáreas entre las provincias de Lugo y Ourense.

El mayor incendio forestal de lo que va de año en Galicia enseñó sus fauces durante la tarde, la noche y la madrugada del domingo a los habitantes de la pequeña aldea. Fueron desalojados por la Guardia Civil casa por casa, mientras la Xunta decretaba el nivel 1 de alerta y un ingente operativo de medios de emergencia -incluidos militares desplazados de la UME- defendía el perímetro de la aldea. "Tuvimos mucho miedo y pasamos muchos nervios, pero, de mal a mal, al menos se han salvado las casas", destacaba ayer Emilio González, uno de los vecinos.

Agrupados cerca de la iglesia o yendo y viniendo según el movimiento del frente alrededor de la aldea, los vecinos permanecieron en vilo rodeados por la línea del incendio hasta las cuatro de la mañana. El temor se multiplicaba, señala una vecina, cuando el foco engullía los bosques que envuelven la aldea. "En cuestión de diez minutos, no sé si por el cambio del aire o por qué, la situación era horrorosa", recordaba Montse García: "Salí y sentí las llamas a las puertas de casa. Tenía aquí a mis nietos y me puse histérica".

El fuego, que se inició a las 17 horas del domingo en Vilanuíde (Quiroga), en el otro lado de la sierra, en Lugo, abrasó bosques, tendidos de luz -hubo cortes del servicio en Larouco, Petín y A Rúa-, derritió canalizaciones de agua bajo caminos de asfalto y, según testigos, también provocó daños en al menos tres bodegas horadadas en la montaña en la parte superior de la aldea, en una ruta de interés turístico.

La Xunta dio por controlado el incendio a las nueve de la noche de ayer y ocho horas antes desactivó el Nivel 1 de emergencia vigente desde las 20.30 del domingo. Motobombas y medios aéreos continuaron refrigerando el terreno para impedir que el fuego rebrotara.

El perímetro no creció desde la madrugada, tal y como destacaba, in situ, pasado el mediodía de ayer la conselleira de Medio Rural, Rosa Quintana, a la que una vecino agradeció su presencia sobre el terreno hasta las cuatro de la madrugada. Aunque el alcalde, Joaquín Prieto (PP), barajó habilitar el pabellón municipal para albergar los desalojados, finalmente pudieron volver a sus casas para dormir.

Para Quintana el "despliegue fue fantástico y la coordinación fue excelente". Por tierra y aire operaban, asegura, "todos los medios disponibles". Del lado de las críticas, salieron a colación la llegada de pilotos de otras comunidades o el desmantelamiento en esta campaña de las bases de helicóptero de San Xoán de Río y O Barco, próximas al epicentro del gran fuego.

La Xunta declinó referirse a las causas. "Primero hay que apagar", insistió la conselleira. Fuentes de la investigación consultadas por este periódico apuntaron a la sobrecarga de una torreta eléctrica en Quiroga como la posible causa. "Hay una sobrecarga o un cortocircuito, gotean las esquirlas, y si hay maleza prende con suma facilidad", aseguran. El domingo, igual que ayer, y según las previsiones, en los próximos días, el termómetro superó los 30º.