El soplo inversor que en las últimas semanas sacude a Galicia ha permitido al presidente de la Xunta cerrar un 2013 complicado con una actitud positiva. Alberto Núñez Feijóo, en el tradicional discurso navideño, encara el nuevo año con la "convicción" de que la economía ha iniciado la senda de la recuperación. "Negar ahora que se atisba un nuevo horizonte es abonarse a un pesimismo que en nada ayuda a reiniciar la senda del crecimiento", dice y remata: "Hay que decirlo con tanta prudencia como convicción".

Desde el Centro de Transfusión de Galicia -este año celebra su vigésimo aniversario-, el presidente abre y cierra su alocución con un recuerdo para las víctimas de Angrois>, sus familias y todos aquellos que colaboraron en las tareas de rescate y se acercaron a los centros de salud para donar sangre en la trágica noche del 24 de julio.

Al hilo del escenario escogido para lanzar su mensaje -lejos de la polémica levantada el año pasado cuando escogió la casa de Rosalía-, Feijóo hace gala del estado de bienestar gallego, "intacto" en lo sustancial pese a la crisis, apunta. "Los gallegos pueden tener confianza plena en la solvencia y la continuidad de los servicios públicos". Y, en aras de ese compromiso, enuncia: "Decir la verdad es el primer mandamiento de un gobernante".

"La gran diferencia entre estas turbulencias -en alusión a la crisis- y las que tuvieron que padecer quienes nos precedieron, es que no estamos solos", afirma. Y establece un paralelismo entre las decisiones del Estado a las que "tienen que tomar muchos padres y madres de familia". Y apelando a otra figura familiar, la de "nuestros mayores", explica que no hay nadie "más apto para recordarnos que ningún tiempo pasado fue mejor".

Reconoce además la necesidad de poner sobre la mesa respuestas "complejas y que no sean efímeras", pero advierte de que "no se puede engañar a la gente afirmando que las soluciones son simples". Y alerta del riesgo del inmovilismo y de la necesidad de ajustar el modelo actual para garantizar su continuidad. "No se pueden posponer las soluciones".

Como cada año, no podía faltar el guiño a la emigración. Precisamente a la huella de la diáspora atribuye parte del atractivo inversor de Galicia. "No creo que sea casual que buena parte de ese capital proceda de naciones en las que nuestra agente sembró un prestigio que pocos otros pueblos tienen", en relación al origen venezolano deBanesco -el banco que ha comprado NCG- y a la denominación de origen mexicana de Pemex -la petrolera se ha hecho con el 51% de Barreras y ha facilitado nuevos encargos al astillero vigués-. "Ese reconocimiento internacional certifica que Galicia está haciendo bien las cosas", concluye.

Pese a que la crisis ocupa el grueso de su discurso, Feijóo alude al conflicto catalán para alertar del peligro de caer en la "división y la incertidumbre" de "generar identidades excluyentes" que pueden llevar a heridas que "tarden en cicatrizar". El jefe del Ejecutivo gallego presume de una "estabilidad social y política" que contrasta con "aventuras imposibles" y "agravios fantasmagóricos" que conducen al "modelo convulso" de otras comunidades.

"Nuestra identidad es tan fuerte como cualquier otra, pero no precisa inventar enemigos ni levantar fronteras", afirma. "Vemos en España una patria común y solidaria y no recelamos de los vecinos".

Y, para finalizar, el presidente lanza una llamada a la esperanza: "Confiemos en nosotros y miremos el futuro con decisión". De fondo, la gaita de Carlos Núñez entona un villancico.