Manuel Prieto Romero trabaja y asesora, desde 1984, al Sindicato Español de Maquinistas y Ayudantes Ferroviarios (Semaf), central a la que está afilado el maquinista del Alvia Francisco José Garzón.

-Es el tercer abogado que se ocupa de la defensa de Garzón. ¿Es que su defendido no estaba satisfecho con los anteriores?

-No, no tiene nada que ver con eso. Todos los trabajadores de Renfe tienen una póliza de seguros por la cual, si ocurre algún tipo de accidente, se le asignan unos abogados. Hasta que mi equipo y yo nos ocupamos del caso, Francisco José Garzón había contado con los abogados que le facilitó Renfe, pero al ser afiliado al Semaf, desde el sindicato consideramos que en este caso había que poner sobre el tapete una serie de consideraciones muy técnicas, que no están al alcance de todos. Porque, de leyes, saben todos los abogados, pero de señalizaciones ferroviarias, no. Y por eso y para eso estamos nosotros.

-¿Considera a su defendido una víctima más del accidente?

- Es una cuestión en la que prefiero no entrar. Tanto Garzón como yo sentimos mucho respeto hacia las víctimas y no queremos comparar: las víctimas se subieron a ese tren creyendo que era seguro y Francisco José era el conductor del tren... Comprenderá que no es lo mismo. Yo pienso que a él le pusieron todas las trabas en el camino para que se la pegara... Y se la pegó. Garzón salió vivo de milagro, pero no se puede equiparar al resto de los afectados. Si acaso de quien está siendo víctima mi defendido es de un sistema de seguridad ferroviario deficiente. Se le ha hecho responsable de cosas de las que no lo es en absoluto.

-En la deficiencia y carencias del sistema de seguridad está usted basando la argumentación de la defensa, y sin embargo Garzón admitió que circulaba a una velocidad excesiva.

-Sí, claro. Eso no lo vamos a negar, como no negaremos ninguna declaración suya, pero la velocidad excesiva no fue la causa principal del accidente, y ese es un aspecto primordial, básico. Tres días después del accidente se colocaron las señales y balizas que debería haber estado puestas aquel día y, si eso hubiese sido así, el accidente no se habría producido porque el tren se hubiese frenado automáticamente. Como tampoco se hubiese producido si, en lugar de por la vía 1, el tren hubiese circulado por la 2, ya que ésta tenía una señal avanzada que también hubiese frenado el tren.

-Eso no exime a Garzón de su despiste.

-Nosotros pensamos que sí, que se trata de circunstancias eximentes, por eso no negamos que Garzón se hubieses despistado ya que eso es obvio. Es un ser humano y todos los seres humanos tenemos despistes. Yo no sé qué diagnosticarán los psicólogos pero semeja muy claro que mi defendido tuvo un lapsus, pero que si ese lapsus se hubiese producido con las medidas de seguridad que deberían haber estado instaladas, el tren no habría descarrilado, puesto que se hubiesen puesto en marcha unos mecanismos de seguridad que en Angrois no existían. Hasta tres días después que se colocaron, lo cual aún nos da más la razón.

-Las grabaciones de la caja negra, los testimonios recogidos por quienes primero hablaron con Garzón, sus declaraciones ante el juez. ¿No cree que ahora pueden ponerse en su contra?

- En absoluto. Ya le he dicho que la defensa no va a negar ninguna declaración de nuestro defendido, y mucho menos las que realizó ante el juez, porque forman parte de la causa, como tampoco negamos las grabaciones de la caja negra. Si nos ceñimos a los hechos el asunto es muy fácil de entender: si el tren entró a una velocidad excesiva en la curva de Angrois, ¿cuáles fueron las causas?, ¿estaba ese tramo debidamente señalizado?, ¿había barreras de seguridad? Eso es lo que tenemos que determinar, por lo tanto la pregunta sería: ¿Es responsabilidad del conductor del tren que ese tramo no estuviese debidamente señalizado y de que no existiesen barreras de seguridad? ¿Todo eso responsabilidad de Francisco José Garzón?

-Argumentos como los que usted esgrime son los que manejan también los abogados de las dos asociaciones de víctimas. ¿Mantiene usted un estrecho contacto con ellos?

-Hablamos cuando nos encontramos en Santiago, obviamente, y comentamos cosas, pero no porque que estemos llevando un trabajo conjunto. Ni mucho menos. En realidad, la gran mayoría de las personas que siguen el proceso coincide con todo lo que le he dicho. Todos, menos Adif y el Ministerio de Fomento, claro, que se empeñan en que solo hay un culpable de todo y ese culpable se llama Francisco José Garzón.

-¿Cómo juzga el comportamiento de Adif y Fomento en todo el proceso?

-Es evidente que ni desde Adif ni desde el Ministerio de Fomento se está colaborando para que salga toda la verdad. Muy al contrario, tanto uno como otro, no hacen más que poner trabas, al punto de que todos los documentos importantes a los que ha tenido acceso el juez los hemos aportado nosotros. Resulta sintomático que no hubiese comparecido ninguno de los 11 altos cargos de Adif llamados por el juez a declarar. Aquí, el único que ha prestado declaración, y a pecho descubierto, sin ocultar nada, ha sido Garzón.