Centenares de personas despidieron ayer al que fue presidente de la Diputación de Lugo durante 24 años, Francisco Cacharro Pardo, que falleció a los 78 años, y lo hicieron primero en el funeral en la iglesia de San Antonio de Padua, cerca de su residencia familiar, y, posteriormente, en el sepelio, en el cementerio de San Froilán.

Familiares y políticos copaban los primeros asientos del templo. Juntos, en la primera fila, se sentaron el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo; el alcalde de Lugo, Xosé López Orozco; el subdelegado del Gobierno, Ramón Carballo; y el presidente de la Diputación, el socialista José Ramón Gómez Besteiro, entre otras autoridades.

Feijóo ya, por la mañana, se refirió a la figura de Cacharro Pardo a quien definió como "un político que tuvo grandes éxitos democráticos". "Fue un político que ganaba las elecciones y que las ganaba de forma continuada como cabeza visible del PP en Lugo", dijo Feijóo. El líder popular también incidió en que adoptó "muchas decisiones bien enfocadas a la modernización de Lugo" como la ubicación de "las disciplinas agroalimentarias" en el campus universitario lucense.

La instalación de la capilla ardiente en el salón de plenos de San Marcos también fue motivo de polémica, dado que algunos grupos políticos, como AGE o el BNG, o incluso la representación sindical de la CIG en esa institución, expresaron su desacuerdo con el uso de la sede de la Diputación Provincial de Lugo como "tanatorio".

El PP de Lugo presentó una iniciativa para que se le conceda a Cacharro la Medalla de Oro de la capital lucense. El alcalde socialista, José López Orozco, respondió que se "estudiará en la comisión correspondiente", pero afeó al portavoz del PP, Jaime Castiñeira, la "mala educación de quienes en los últimos tiempos poco se acordaron de Francisco Cacharro".