Ni hijos, ni pareja, padres, hermanos o sobrinos. Cuando no hay herederos, no aparecen para hacerse con el patrimonio legado o simplemente no se ha hecho testamento, el beneficiario de los bienes de un difunto es la Administración. Bien el Estado o la comunidad autónoma. En los últimos diez años, la Xunta se ha hecho con un total de 39 herencias, bien porque los fallecidos no tenían familia o porque no habían dejado testamento para el reparto de su patrimonio. El dinero y los bienes con los que se queda el Ejecutivo gallego están libres de impuestos y deben destinarse a actividades sociales y culturales, principalmente en el lugar de residencia del fallecido. Las llamadas cuentas de abintestatos han supuesto unos ingresos extras para las arcas de la Administración gallega desde el año 2005 de casi 3,5 millones de euros, según datos facilitados por el Ministerio de Hacienda.

El balance de estas cuentas coloca a la comunidad gallega en el séptimo puesto del ranking nacional. Al contrario de lo que ocurre con los particulares, que deben hacer frente al pago del impuesto de sucesiones y donaciones cuando reciben una herencia, las administraciones están exentas de cualquier carga impositiva cuando se hacen con cuentas o bienes sin herederos. En 2014, los gallegos pagaron a la Xunta más de 170 millones por las herencias recibidas, lo que convierte a Galicia en la cuarta comunidad que más ingresa por este tributo y que representa el 8,2% de la recaudación total en el conjunto del país. Tal es el gravamen en la comunidad gallega, que hasta un total de cinco herederos se ven obligados a renunciar cada día a los legados que les dejan sus familiares.

Renuncias

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En el primer semestre del año pasado, un total de 930 gallegos dijeron no al patrimonio heredado; y en 2013 la cifra total de renuncias en Galicia ascendió a 1.683, un 25% más que el año anterior y más del doble que antes de la crisis. Un ejemplo da cuenta de la brecha entre comunidades en la factura fiscal a la hora de recibir una herencia: un gallego que paga 27.000 euros por los bienes legados abonaría apenas 1.200 en Madrid.

Sin embargo las administraciones públicas, ya sea el Ministerio de Hacienda o los Ejecutivos autonómicos, no tienen que tributar por los bienes que reciben de fallecidos sin herederos. Galicia junto con Cataluña, Aragón, Comunidad Valencia y Navarra son las únicas comunidades que pueden optar a quedarse con el dinero o los bienes de ciudadanos que fallecen sin familia o sin testamento. En el resto del país el departamento que dirige Cristóbal Montoro es el que se encarga de gestionar estos bienes.

Cuando es la Administración la que hereda, tiene la obligación de asignar un tercio de la herencia a instituciones municipales de beneficencia, acción social; otro tercio a entidades de este tipo de ámbito provincial y el último tercio a "cancelar deuda pública", según determina la ley. Incluso Estado y ejecutivos autonómicos reciben bienes de ciudadanos españoles fallecidos en el extranjero, con domicilio en España, que no hicieron testamento.

Según el balance de las cuentas de abintestatos de la última década, en el conjunto del país se quedaron en manos de las administraciones públicas un total de 998 herencias con un valor neto de estos caudales -es decir, descontando los gastos y las deudas de los causantes- de 76,77 millones.

Madrid está a la cabeza en lo que a ingresos por herencias abandonadas se refiere, con 24,25 millones de euros de un total de 137 herencias abandonadas. Le sigue muy de lejos Castilla y León (9,4 millones en 105 herencias), País Vasco (8,4 millones en 76 testamentos) y Andalucía (7,9 millones en 229 cuentas). Casi a la par están Baleares (3,9 millones), Cataluña (3,7 millones) y Galicia (casi 3,5 millones). En el extremo opuesto de la lista se encuentran Navarra y Murcia, con un valor patrimonial de apenas 358.900 y 435.560 euros, respectivamente, según datos de Hacienda.

Entre las herencias más abultadas tramitadas por la Xunta destaca la de una ciudadana de Vigo fallecida en 1997, con un caudal hereditario líquido próximo los 390.000 euros. Pero también las hay de pequeños importes: tan solo 22 euros como legado.