Nunca derramó una lágrima. Ni cuando su padre, fundador del Partido Comunista en la localidad ourensana de Sandiás, se entregó enfermo al acabar la Guerra Civil y falleció a los pocos años. Ni cuando en prisión se enteró de que su hermano Perfecto había sido abatido en un tiroteo con la Guardia Civil en un pequeño pueblo de Ávila cuando huía a Francia. Ni cuando su madre, enlace de la guerrilla, fue apresada y condenada a 13 años de cárcel. Ni cuando él mismo fue torturado en el cuartel. Camilo de Dios, el último guerrillero antifranquista gallego, tampoco lloró cuando el pasado verano voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), grupo originario del Bierzo leonés y promotor de las primeras exhumaciones del franquismo en España, localizó la fosa en la que estaba sepultado su hermano y exhumó los restos del joven guerrillero abatido en mayo de 1950. Su coraza está hecha de buen acero. Solo así pudo sobrevivir al hambre, la miseria y las palizas durante los diez años que estuvo en prisión, las vejaciones y humillaciones a su familia durante el franquismo y la incertidumbre durante más de seis décadas de no saber dónde yacía el cuerpo de su hermano abatido tras la Guerra Civil.

Tardó 64 años en cumplir el deseo que había ocupado toda su vida: recuperar los restos de Perfecto. El sueño de Camilo, de 83 años, se hizo realidad gracias a la aportación del sindicato noruego de electricistas Elogit que donó 6.000 euros para abrir fosas de la dictadura en España. Su madre murió en 1999, con 93 años. "Le hubiera encantado vivir este momento", aseguró Camilo a pie de fosa mientras los arqueólogos de la ARMH abrían una zanja donde hacía más de seis décadas había sido sepultado Perfecto. Los restos exhumados en julio pasado serán entregados el próximo domingo día 7 a su familia en un acto que se celebrará en Xinzo.

Camilo empezó a recorrer hace años el camino que le llevó a la fosa donde enterraron a su hermano, cuando se puso en contacto con voluntarios del colectivo de la memoria histórica para averiguar el lugar donde habían enterrado a su hermano. Historiadores de la ARMH iniciaron una búsqueda y consiguieron localizar los restos de Perfecto de Dios en la parte trasera del cementerio de la localidad del Chaherrero. Tras muchas gestiones, dieron con el propietario del terreno, quien contó que se lo habían expropiado para cavar la fosa.

El hallazgo de la fosa

En el registro judicial que data del 17 de mayo de 1950 puede leerse que el enterramiento "tiene dos metros de longitud, un metro de ancho y unos treinta centímetros de profundidad. Habiendo quedado enterrado el cadáver en posición sur-norte". Este apunte es del juez instructor que se constituyó en lo que define como "cementerio civil" donde quedó depositado el cadáver del hermano de Camilo y dio orden de enterrarlo.

Perfecto tan solo tenía 19 años cuando fue abatido por la Guardia Civil. Con su madre, Carmen, y otros dos guerrilleros antifranquistas -Juan Sorge y Manuel Rodríguez- había salido de los montes gallegos con la intención de llegar a Madrid y después exiliarse en Francia. Iban vestidos de segadores para pasar desapercibidos. Pero no lo lograron. En el pequeño pueblo abulense de Chaherrero, donde habían parado para comprar comida, fueron interceptados por la Guardia Civil, que abrió fuego contra el grupo. Perfecto cayó abatido a tiros y Carmen no quiso dejarle y quedó abrazada a su hijo muerto. En el lugar fue reconocido el cuerpo de Perfecto y su madre, condenada a 13 años de prisión. A Manuel Rodríguez lo detuvieron días después del tiroteo y le aplicaron el garrote vil en Ourense. De Juan Sobre se cree que pudo huir a Francia.

Entonces Camilo estaba preso en El Dueso (Cantabria). No tardó en enterarse de lo ocurrido en Chaherrero: una carta de su madre lo puso al tanto del desenlace. Esa fue la primera de las muchas cartas que se escribieron durante años de penal a penal. Los dos fueron condenados a muerte, pero les conmutaron la pena. "Me torturaron 59 días en el cuartel (desde el 19 de marzo al 15 de mayo de 1949), atado con grilletes de pies y manos. Nos torturaban, nos metían clavos entre las uñas. Estuvimos una noche en el hospital y después nos echaron al camión de los muertos", relata Camilo.

Más de seis décadas después de que la Guardia Civil abatiese a tiros a Perfecto en un camino a 400 kilómetros de su casa, sus restos podrán descansar en paz. Y lo harán en el panteón familiar donde está enterrada su madre. Tal vez sea la hora de que el último guerrillero gallego se desprenda de la coraza de acero con la que se armó en la Guerra Civil y que desde entonces lleva a cuestas.