La Segunda Guerra Mundial marcó un hito en Galicia. Las entrañas de la comunidad abastecieron de wolframio a los nazis durante la contienda, pues necesitaban el material para sus armas.

El cese de la guerra, sin embargo, provocó el declive paulatino que palió la contienda de Corea entre 1951-1953. Desde entonces, la riqueza que generaron las minas en concellos como Vila de Cruces, Lousame, Santa Comba o la comarca de O Barbanza fue reduciéndose poco hasta que empezaron a cerrar a partir de los años sesenta.

En Vila de Cruces, la explotación de Fontao, perteneciente a la familia Cort, vivió un curioso periplo que ilustra el auge y caída del sector. El pueblo nació y murió con la explotación, por lo que las primeras casas se crearon en 1956 y las últimas fueron deshabitadas en 1974 con el cierre de la última veta.

En parte de los terrenos de la explotación se abrió un pequeño museo minero hace tres años que desea ampliarse. Para lograr más terrenos, Xunta y concello de Vila de Cruces buscan un acuerdo con los dueños de la mina para desafectar más superficie y ampliar el centro, según el regidor Jesús Otero, informa Alfonso Loño. En su terreno, además, se crearon viviendas sociales rehabilitadas del antiguo personal de la mina durante la época bipartita en la Xunta.

El alcalde también considera improbable que se retome la explotación de la mina debido al estado ruinoso de la misma. La familia Cort, sin embargo, posee los derechos de explotación hasta el año 2063.