Mariano Rajoy tampoco acudirá este año a las corridas de toros en Pontevedra, ni asistirá al baile del Casino. Dos costumbres a las que ha renunciado desde que accedió a la presidencia. A la pregunta de si no echa de menos las veladas taurinas, Rajoy responde que sí, pero ahora es "complicado". Desde que el político accedió a La Moncloa es más fácil verle en ambientes recogidos y en lugares con poca gente. Pero no suele faltar a sus citas con viejos amigos, como lo son varios compañeros con los que estudió la carrera de Derecho en Santiago, y con los que cenó anoche en el restaurante Bóveda, de Carril (Vilagarcía). Después tenía previsto terminar la noche tomando algo en Sanxenxo. Antes de entrar al local, atendió la petición de unos clientes de la terraza y se dejó fotografiar con ellos.

A Rajoy también le gusta mucho leer en sus vacaciones. Y Cataluña, como protagonista o como escenario, también parece interesarle. Si en 2013 su libro de cabecera fue Victus, una novela de Albert Sánchez Piñol ambientada en la Guerra de Sucesión en Barcelona, estos días lee La marca del meridiano, de Lorenzo Silva, ambientada en la Cataluña actual.