Una multitudinaria manifestación a la que acudieron, según los organizadores, en torno a 5.000 ganaderos clamó ayer en la localidad pontevedresa de Lalín por unos "precios dignos" para la leche. Las reivindicaciones que se escucharon en esta protesta no difieren, sin embargo, de las escuchadas ya en las tractoradas de los años 1987 y 1998. En todo caso, la movilización de ayer, al igual que la celebrada en Chantada el pasado día 6 y las que continuarán este mes en Meira y Sarria, busca de forma desesperada una solución para las explotaciones, que están vendiendo su producto por debajo de los precios de coste -producir cada litro de leche sale a, por lo menos, 30 céntimos y hay al menos un millar de contratos entre 18 y 22 céntimos- y encima, según denuncian, tienen que lidiar con una industria que no negocia contratos, una distribución colapsada por productos franceses y alemanes y un gobierno (sea autonómico o estatal) que, tal y como lamentan los ganaderos, mira hacia otro lado.

Quienes quisieron dejar claro ayer que están con los ganaderos son los responsables de las corporaciones locales: regidores de las comarcas afectadas, exalcaldes y portavoces de la oposición se dieron cita en la cabecera de la protesta e, incluso, portaron una pancarta propia con la leyenda Os alcaldes galegos, pola defensa do sector lácteo. Hubo quien incluso se apuntó a la tractorada, como el regidor lalinense, Rafael Cuiña, que condujo un tractor John Deere. Tampoco faltaron la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva; el portavoz nacional del BNG, Xabier Vence, o el portavoz de Agricultura del PSdeG, Pablo García.

Más de un millar de tractores se concentraron en la explanada delante del Consistorio lalinense así como en las calles anexas. La tractorada arrancó a las 11.00 horas de hasta ocho puntos distintos de las comarcas de Deza y Tabeirós-Montes. Hubo retenciones en las principales vías de acceso al casco urbano de Lalín. Mientras tanto, bares, comercios, peluquerías, ultramarinos, panaderías y empresas autónomas echaron el cierre hasta las dos de la tarde para solidarizarse con el sector lechero y sumarse a la protesta.

Encabezaron la marcha cuatro vacas y dos niños montados en sendos tractores de juguete. No eran los únicos que escenificaron su deseo de seguir siendo el futuro del rural, pues otro chaval también acudió a la protesta disfrazado con un traje de vaca. Tras los niños, un pequeño tractor portaba carteles con la leyenda Se queres un ladrón, Leite Río campión, en referencia a los abusos que, según los ganaderos, infringe esta empresa al sector.

Tres pancartas encabezaron la marcha: delante de los alcaldes, un grupo de ganaderos sostenía una con el lema: O futuro do campo galego será o noso futuro. La tercera fue portada por Cuiña, el portavoz municipal del BNG, Alberte Lamazares, el presidente de O Rodo, José Luis Camiñas y los portavoces de los sindicatos agrarios. En ella se podía leer Pola economía do rural, loitemos polo sector.

A lo largo de la marcha se corearon consignas como "¡Mans arriba, isto é un contrato!", "¡Feijóo, escoita, o rural está en loita!" o "¡Que se escoite, que se sepa, Lalín non está de festa!", en referencia a las recientes declaraciones de Lence según las que las movilizaciones que acogerá Galicia durante agosto y septiembre se deben a que el sector está ocioso.

El secretario comarcal de Unións Agrarias, Román Santalla, se encargó de presentar a la joven que leyó el manifiesto, Ariadna Fernández, de 27 años, veterinaria y vecina de Goiás. Pero su discurso fue interrumpido durante varias veces por una salva de aplausos. La joven comenzó recordando que era hija, nieta, vecina y amiga de ganaderos. Que, como ella, muchos pudieron estudiar gracias a la leche. Que en estos años las explotaciones sufrieron una profunda transformación tecnológica y que, pese a lo duro que es el trabajo en el campo, los que viven directamente de él no se quejan de eso, sino de que el mercado pretende quitarles su empleo y su modo de vida, pese a que sus vacas son las que dan empleo a industria y distribución. Terminó su intervención con un "la leche es nuestra, la razón también".