-Unos 79 años tras la guerra hay quien dice que hablar de ella es reabrir heridas y continúan miles de muertos en las cunetas ¿España es un caso insólito, también para desoír a las víctimas?

-Lo es, la ONU no es que nos catalogue como un caso insólito sino de injusticia flagrante aún hoy en día, recomendando por tercera vez que se cierren las heridas. Es curioso que quienes dicen que sacar a los muertos de las cunetas es reabrir heridas no tienen heridas que cerrar, no eran de familias que vivieron la represión, ni los presidentes de derechas ni de izquierdas. Hasta podríamos entender que no se hiciese con la llegada de la democracia, en la transición pudo haber otro proceso y es criticable, pero ahora lo lógico para cerrar las heridas es reunir, del modo que sea, a las familias y que estas se pronuncien, junto con los heridos que aún queden vivos, y que ellos decidan como cerrar esas heridas. España es un caso insólito en el mundo y todavía más si se piensa que tenemos una democracia avanzadísima. No entiendo qué problema podría traer empezar a respetar los derechos humanos, ¿Qué pasaría en España si abrimos un proceso de reposición de la memoria, de la dignidad de las víctimas?

-Porque en realidad han asumido que no pueden demandar más.

-Justo. Hubo víctimas a las que les requisaron hasta el patrimonio y podrían reclamarlo. Incluso habría que hablar del trabajo esclavo que tuvieron muchas empresas, hay grandes multinacionales que se hicieron ricas gracias a los presos del franquismo. Las víctimas no vamos hasta ahí, simplemente pretendemos que digna e institucionalmente se reconozca que esto fue totalmente injusto, y que le debemos un homenaje a esta gente que lo que hizo, con más o menos acierto, fue trabajar para la democracia y la libertad, para lo que hoy tenemos tras décadas de penuria.