Tras décadas de reconversión tecnológica, de búsqueda de base territorial y de mejora genética de sus animales, con la desaparición del sistema de cuotas el pasado abril las granjas gallegas se vieron implicadas, sin comerlo ni beberlo, en un mercado liberalizado en el que el excedente de leche francés y alemán es la excusa perfecta que utilizan las industrias -tanto españolas como foráneas- para o bien rebajar a mínimos el precio de la leche cruda o, directamente, dejar de recogerla a los productores.

La apertura del mercado también puso contra las cuerdas a los ganaderos de otros países, pero en Francia el gobierno ha forzado un acuerdo mediante el que los ganaderos cobrarán, hasta diciembre, un mínimo de 34 céntimos por litro. Mientras tanto, en territorio español sigue sin aplicarse un paquete lácteo que entró en vigor hace medio año y que resulta tan laxo en sus normas que, a la vista está, es muy fácil y legal saltárselas. La norma obligaba a las industrias a firmar contratos de un año y a un precio que cubriese costes y los sindicatos denunciaron que ninguna industria respetaba ni la duración mínima ni se aplicaban tarifas por encima de los gastos.

Los ganaderos gallegos llevan viviendo época de vacas flacas desde 2012 y con un pequeño balón de oxígeno en la campaña de 2013 a 2014, en la que algunos aprovecharon para pagar deudas pendientes y otros invirtieron en la modernización de sus explotaciones. Aunque Galicia es el motor del sector lácteo nacional con la aportación del 40% de la producción total de España, el año pasado fue la comunidad que menos ingresos obtuvo -11.000 euros menos que la media nacional- por vender la leche más barata de todo el Estado. La situación se agravó este año porque si 2014 se cerró con unos precios medios de 31,4 céntimos por litro, los productores gallegos el mes pasado apenas recibieron 28 céntimos por la venta de la leche que ni siquiera llegan a los 30 necesarios de media para cubrir los costes de producción. Un millar apenas cobran entre 18 y 22 céntimos, y en algunas zonas las industrias dejaron de recoger la leche en primavera. Esta situación obligó a los productores a sacar los tractores a la calle desde finales de junio. Ahora exigen que se fije un precio mínimo de 34 céntimos igual que el modelo francés que permitiría a cada granja ganar a final de cada campaña 17.000 euros más de lo que ingresa en la actualidad y el reflote de las que producen a pérdidas.

José Santomé: "Vendemos por debajo de costes el trabajo al que dedicamos los 365 días del año"

Santomé ya acudió a la manifestación del pasado 17 de julio en la capital compostelana, y también participó en la de la semana pasada en Lalín porque considera que es necesario "defender el campo". Regenta una ganadería de 30 vacas, y cobra por su leche en torno a 29 céntimos por litro "mientras que producirlo sale en 30", explica. Meses atrás, el precio que recibía llegó a alcanzar los 35, por lo que tiene que recortar en gastos incluso de mano de obra.

Andrés Otero: "Durante el último año se agravó la mala situación que atraviesan los ganaderos"

Conoce de primera mano el sector agroganadero, ya que su empresa también está vinculada a la venta de productos agrícolas. "Nosotros vivimos directamente esta crisis del sector lácteo, por eso optamos por cerrar los días de huelga no solo dos horas, sino toda la jornada", apunta. La crisis de precios de los ganaderos les obliga "a hacer menos inversiones o a afrontar los pagos con más plazos". Por eso, apunta que se ven obligados a darles "facilidades financieras".

Ana Asorey: "En épocas mejores llegamos a cobrar por la venta de la leche 43 céntimos por litro"

La industria que atiende a la ganadería de Ana Asorey le paga el litro de leche a 27 céntimos, que suben hasta 31 en función de ciertos parámetros de calidad. "Pero es que en épocas mejores, llegamos a cobrar 43", recuerda. Con los escasos o casi nulos beneficios que dan ahora las explotaciones lácteas, es imposible hacer frente "a los recibos de la luz, el pienso o el gasóleo", por no hablar de los cereales, cuya carestía ya empieza a notarse debido a la falta de lluvias.

Julio Doval: "Tenemos que recortar la ración de comida e incluso deshacernos de animales"

Julio Doval está jubilado y ahora es su hijo el que se encarga de la explotación ganadera familiar de 70 vacas. Recuerda temporadas en que cobró la leche a 35 céntimos, pero ahora "hay que recortar la ración de pienso, y ante cualquier mínimo problema se malvende un animal. Incluso ya no se crían tantas novillas como antes", explica. Ante la caída de beneficios, los gastos de la explotación se sostienen con su paga, la de su mujer y una pequeña explotación de cerdos.