En absolutamente todos, los 314 concellos de Galicia, alguien hizo el año pasado una maleta para irse fuera de la comunidad, bien a otra autonomía o aún más lejos, más allá de las fronteras estatales. La versión opuesta también es correcta: todos los ayuntamientos recibieron en 2014 a alguien que llegó de fuera, a veces un exvecino de la localidad, que desempaquetó sus pertenencias y se quedó. La cuestión que afecta al devenir demográfico de Galicia es cuántos vinieron y cuántos se fueron, es decir, cuál fue el saldo migratorio externo. Y en ese aspecto, más de la mitad de los municipios gallegos (un 53,5%, es decir, 168 municipios) registran números rojos, en una tendencia a la que no es ajena el conjunto de la comunidad, que el año pasado perdió por este tipo de movimientos 2.279 residentes y que al año anterior se había dejado ya 2.833 habitantes por el camino por la misma razón.

La provincia donde más municipios vieron menguar su padrón por la emigración fue la de A Coruña, donde 65 concellos (el 69,1% del total) registraron un saldo migratorio externo negativo. Los que más vecinos perdieron fueron Ribeira (con un saldo migratorio externo de -99) y Arteixo (-77). Por el contrario, el municipio de A Coruña lideró los saldos positivos, sumando 539 habitantes más. También Ferrol lo logró (48 más), aunque no Santiago (-22) y tampoco el resto de las urbes gallegas.