Los ganaderos no son de muchas palabras. En la asamblea en la que cada día deciden cuál será su siguiente maniobra, sobre todo escuchan, protestan cuando el volumen de los altavoces les impide hacerlo y se dispersan hacia sus tractores cuando tácitamente dan por aprobado el siguiente movimiento.

Lo suyo es la acción, por eso cuando alguien gritó "Parados los tractores no hacen nada. Hay que moverlos", enfilaron hacia sus vehículos aparcados en las afueras desde Porta Faxeira, en el corazón de Santiago, para seguir las consignas: intensificar la presión en un centro logístico y rodear un nuevo centro comercial.

Esos mismos ganaderos aplaudían minutos antes a uno de sus compañeros de Mazaricos, el presidente de la asociación local, Óscar Blanco, que estuvo en la reunión de por la mañana con Feijóo y la conselleira de Medio Rural, que les explicaba cómo en el encuentro defendió ante el mandatario autonómico que el suyo "no es un problema de Estado, sino de Galicia", y hay que "mirar por nosotros".

El mismo orador alabó la "buena disposición" del Ejecutivo autonómico y sus "buenas palabras". "Pero hace falta algo más, algo por escrito", puntualizó, "no llega con buenas palabras".

Lo mismo había defendido otro de los asistentes a la convocatoria, Antón Ledo, de la Federación Rural Galega (Fruga), quien apuntaba al salir de la Xunta que están "cansados de las buenas palabras" y que necesitan "resultados inmediatos". En esa línea, reclamaba que cuantas más garantías por escrito, "mucho mejor", en alusión al acuerdo al que se pueda llegar hoy en Madrid.

Plasmar sobre el papel sus reivindicaciones parece una obsesión para un colectivo que desconfía de la volatilidad del lenguaje oral. También el ganadero que se erigió como portavoz de las protestas de Lugo, Roberto López, que asistió también a la cita con el presidente de la Xunta, apuntó: "Una cosa es hablarlo. Nosotros siempre pedimos las cosas por escrito porque llevan tiempo dándonos buenas palabras".

Como buenos defensores de pasar de la teoría a la práctica, los ganaderos volvieron a regalar leche de Arzúa, esta vez en la Alameda compostelana antes de su asamblea, para sensibilizar a los consumidores de su problemática y, de paso, recordarles el sabor de lo bueno. "Consumid leche gallega. Esta no tiene conservantes ni colorantes. De la ubre al caldero y del caldero, a las botellitas", proclamaba, como un feriante, uno de los conductores que se ha convertido en el animador de la protesta.