Durante el juicio celebrado en A Coruña, el capitán del Prestige reconoció que detectó "corrosión" en los tanques de lastre cuando asumió el relevo del barco en septiembre de 2002, pero descartó que hubiese "ningún tipo de rotura". Mangouras negó que su predecesor a los mandos del petrolero le comunicase deficiencias en el viejo monocasco y culpó al Gobierno español de extender la marea negra hasta Francia con su decisión de alejar el buque de la costa en lugar de llevarlo a un puerto refugio. Mangouras defendió que si se hubiese llevado el barco a puerto "ya no perderían más carga y podría haberse salvado".